ERC ha sometido y está sometiendo al Gobierno a un test de estrés y, en términos políticos, no cabe duda que lo ha ganado. Que el partido de Junqueras pida explicaciones por las supuestas escuchas a personas ligadas al independentismo está lleno de lógica pero en política las cosas se pueden hacer de muchas maneras. ERC ha elegido la forma más agresiva, la más dura posible poniendo así al Ejecutivo entre las cuerdas. Y al Gobierno parece que le han temblado las piernas.
Solo así se explica el inexplicable viaje de Bolaños a Barcelona y su rueda de prensa anunciando, entre otras cosas, una investigación al mismísimo CNI y solo así se explica la apresurada rueda de prensa del ministro de la Presidencia para hacer saber a los españoles y sobre todo a ERC que también se ha espiado al Presidente del Gobierno. Por mucho que desde Moncloa se insista que esa comparecencia es por aquello de la transparencia es imposible creer que la misma no ha formado parte de una estrategia política para decir a ERC que ellos también son víctimas.
Pedro Sánchez no es el único jefe de Gobierno espiado. Lo mismo ha ocurrido a sus homólogos europeos pero ninguno de ellos ha aireado de semejante manera algo que forma parte de la seguridad nacional. ¿Será que Macron o Merkel desprecian la transparencia?. Lo que ocurre es que en esos países y esos dirigentes se toman muy en serio lo que es el Estado y los servicios de inteligencia forman parte sustancial del mismo. Aquí se airea todo, o casi todo, sin evaluar las consecuencias y exclusivamente por tratar de apaciguar el enfado de ERC que en ningún caso se va a dar por satisfecho. El Gobierno se ha dado un tiro en el pie y ha puesto en jaque el buen hacer del CNI, sujeto a filtros judiciales a los que no se someten los servicios de inteligencia de democracias tan consolidadas como la francesa o la alemana.
Que el Gobierno no nos hable de transparencia cuando se niega por razones de seguridad, a informar de los viajes en Falcón del Presidente o cuando resulta que hay que ser discretos y por ello no hemos podido saber quien organizó el viaje de la vicepresidenta Diaz al Vaticano. Esto sí que es sencillo pero como a ERC ni a ningún otro socio de Sánchez les ha importado, aquí paz y después gloria. No, no se ha tratado de transparencia. Se ha tratado de una muy arriesgada e irresponsable jugada política para que ERC no se enfade más de lo que ya está. Cuando un Gobierno responsable se siente acosado antes de juguetear nada menos que con los servicios de inteligencia se sacrifica a sí mismo. En España ocurre justo lo contrario. Se sacrifica,se juguetea con lo que sea necesario para que la “mayoría de progreso” mantenga prietas las filas.
ERC ha descubierto que es capaz de hacer que al Ejecutivo le tiemblen las piernas y que con tal de restablecer el equilibrio se arriesgan incluso a hacernos creer que lo suyo es el compromiso con la transparencia. Entre unos y otros quieren trasladar la idea de que España es una democracia oscura, plena de amenazas cuando no existe mayor amenaza para cualquier democracia que un Gobierno dividido y asustado como el nuestro. ERC le ha tomado la medida. No quiere que el Gobierno caiga, le basta con ponerle en jaque y el Ejecutivo ha caído en el charco de la irresponsabilidad, del apresuramiento, pero descuiden que la legislatura proseguirá, escucharemos que el Ejecutivo funciona como un reloj y que aunque sea la parte morada la que pida cabezas, el irresponsable, el partido sin sentido de Estado es el PP. Todo esto ya lo hemos visto. Lo que no habíamos visto ni en España ni en Europa es que todo un Gobierno pretenda abrir en canal nada menos que a sus servicios de inteligencia.