Tudanca, además de ser el apellido del candidato socialista en Castilla y León, es una raza de vaca, más de tiro que de leche y carne, autóctona de la cordillera cantábrica extendida también por la montaña palentina y Burgos. Y un garzón, de nombre Alberto, dos de cuyas acepciones recogidas por la RAE, muchacho atolondrado y ave zancuda de pico largo, se conjugan en el ministro de regalo del ministerio de juguete, le está a reventado a picotazos la campaña. No solo a él sino también a su jefe Sánchez y a la parva de “vaciados” aspirantes a caciques que habían soltado como marca blanca. Amén, claro, de los propios correligionarios del susodicho que era lo que les faltaba para socarrarse del todo.
Porque el señor Garzón, aunque sea un ministro de juguete, un globo hinchado como el de sus colegas Montero, Belarra y Subirats (se salva Yolanda Diaz, que lleva Trabajo y además, eso no se le puede negar, trabaja) es ministro del Gobierno de España y por tanto un ministro de Sánchez y de sus desparrames y destrozos es por tanto responsable como presidente. Pero a lo que parece no puede destituirlo, porque en el pacto para el colchón de Moncloa, eso queda a expensas de Podemos y si lo hace le pueden romper la baraja y quedarse sin cama. Vamos que ha de aceptarlo como animal de compañía.
Así que la campaña, antes de empezar, les ha comenzado de la peor manera, recibidos a gritos en Palencia por ganaderos y agricultores más que hartos de que les golpeen por todos los lados y cogidos entre dos fuegos. Por uno la señora ministra, esta PSOE, la ultraecologista urbanita Ribera y por el otro el bocazas de pico largo. Les va a resultar más que difícil que convencerles de que van de amigos y de buenos cuando lo único que reciben son estacazos. Vamos, que Mañueco, sin menearse, ya se ha apuntado el primer juego y tiene a favor el viento. Lo único que puede mejorarle la salida es que es que Garzón asome además por allí dando mitines.
Las campañas, no se equivoque tampoco nadie, no son cómo empiezan sino cómo acaban. Pero esta ha empezado para los socialistas y aliados de mala manera y en el peor de los territorios posibles. Porque si lo de la España Vaciada es la milonga urbanita, plañidera y emboscada, los que allí viven, laboran y resisten (la resiliencia esa de ahora es cosa de señoritos progres y pijos), las gentes del campo, lo que están es muy cabreados. Con muchas cosas y por demás con ellos.