Tras su paso por Cannes, donde, si la dirección del festival no le hubiese impedido participar en la Sección Oficial (allí sabran por qué, puesto que como se ha explicado desde la productora y el propio director en carta abierta al diario El País, la película fue inscrita dentro del plazo prescrito), con toda seguridad hubiese sido premiada, Cerrar los ojos estuvo en la noche de ayer en la muy especial Última Sesión del Festival de Cine Iberoamericano. La aguardada cinta de Víctor Erice fue largamente ovacionada en el emblemático Gran Teatro onubense con el aforo totalmente completo. Calificado, sin duda injustamente, de “filme testamentario” (el talento y la energía del cineasta vasco, lejos de mermar, se muestran pletóricos: estamos seguros del alcance de su “más difícil todavía”), Cerrar los ojos nos regala una historia teñida de melancolía, donde identidad y memoria conviven con la sensibilidad y la justeza propias de la narrativa del cineasta vizcaíno, el más grande poeta de la historia del cine español. Larga vida para Víctor Erice Aras y su obra. Y felicitaciones al festival onubense por la inclusión en su programa de tan significativo título.
Por otra parte la Sección Oficial de películas a competición que aspiran a los galardones que encabeza el Colón de Oro a la Mejor Película ha tocado a su fin. En la presente crónica se realiza una aproximación a los últimos cinco títulos proyectados.
Una joven familia regresa a Buenos Aires tras su asusencia en la dramática etapa de la dictadura militar del general Videla. Lo hacen ilusionados, ha llegado el momemto de normalizar su vida, de estar cerca de los suyos y de la incorporación del cabeza de familia a la empresa que, presidida por su padre, forma conjuntamente con su hermano. Nada de lo previsto se va a cumplir. Inesperadamente, el hermano es víctima de un secuestro súbito que conmociona a todo el grupo familiar y que, encabezado por el recién llegado, se pone en marcha para reunir la importante suma de dinero que propiciará la devolución del desaparecido. A partir de aquí el desasosiego y la incertidumbre se instala principalmente la vida del matrimonio retornado, que habrá de conciliar un sinnúmero de gestiones diversas con la calma para que la angustia reinante no pase a los hijos, principalmente a la menor, niña pletórica de energía y curiosidad infantil. Las gestiones en favor de la causa se suceden sin tregua, al tiempo que las esperanzas se renuevan. Pese a la intervención de diversos estamentos gubernamentales y nuevos aportes de dinero, a medida que el tiempo transcurre, todo parece indicar que no es posible llegar a una solución satisfactoria. Basado en una novela de (hijo del actor que encarna el papel principal: el que encabeza la lucha, con su mujer y su cuñada, por la devolución del hermano), la argentina El rapto es un filme expléndido que pone de manifiesto los distintos niveles de corrupción que permanecen en las sociedades de países que, proviniendo de etapas dictatoriales, han alcanzado, oficialmente, la categoría de democracia.
La repentina muerte del padre deja a su esposa y al resto de la familia sumidos en una inmensa pena. Pero, la hija menor, la niña Valentina no reconoce en la fugaz visión del cadáver, la imagen de su progenitor. Para ella, aunque no sabe dónde está, su padre no ha muerto, Se pregunta y pregunta a los mayores por qué no regresa. De su viaje, le había prometido traerle una muñeca. En el largo y demorado proceso de duelo, propio de las culturas indígenas, su particular relación con la Naturaleza y la idea de la muerte, la niña Valentina participa pasiva cuando no a la contra. Hasta tal punto que su contrariedad y su dolor progresivo la llevarán a las cercanías del vértigo de la pérdida de la vida, antes de encontrase en condiciones de asumir la crudeza de la realidad. Tanscurrido un tiempo, el deseo de aprender misteko, lengua nativa de la comunidad, por el que no tuvo interés en vida del padre, revela de algún modo la superación de su conflicto. La mexicana Valentina o la serenidad, construida con las herramientas de la delicadeza y un pausado ritmo narrativo, es una obra que nos recuerda una vez más de que la precipitación y la prisa de la vida no nos llevan a buen puerto ni a grandes paraísos.
El viaje de negocios que un joven padre emprende con su hijo menor va a traer consigo funestas consecuencias. Tiempo después, sus hijos, aprovechando el viaje de placer de su madre y su segundo marido, emprenden la misma ruta para tratar de dar, según su criterio, adecuada solución al grave problema que se originó en el primer viaje. A cielo abierto, producción mexicana en coproducción con España, es, pues, una road-movie en la que se van sucediendo diferentes situaciones que atrapan y mantienen el interés de las espectadoras/es. Bien realizado, el filme, tal vez por pertenecer al cine del México DF y por la procedencia de la pareja realizadora, se adscribe, temática y narrativamente, al modelo de la cinematografía estadounidense, distante de las propuestas cinematográficas mexicanas favorables a la conservación de las lenguas y culturas de las comunidades indígenas, tradicionalmente minorizadas por el poder político y las administraciones y, por tanto, en trance de desaparición.
Una mujer de edad de una pequeña comunidad vive preocupada por sus parecidos con la iconografía de Santa Rita y los cultiva empecinándose en encontrar semejanzas que solo están en su imaginación. Su marido, asiste pacientemente, con resignación, a estas preocupaciones. La historia, dentro de una pretendida clave humorística, que no siempre logra, se mueve entre la vida y la supuesta vida postmorten.
Se supone que en las intenciones de la argentina Crónicas de una santa errante anida una crítica a los procesos de la fabricación de los milagros. Todo parece indicar que la opción narrativa escogida, de comedia comedida y amable, resta eficacia al punto de vista sin duda más enérgico y contudente realizado a través de una mirada irónica, más cercana incluso al sarcasmo. Bien es verdad que cada cual es libre de escoger sus opciones.
En medio de un contexto social de restricciones de derechos y libertades, un equipo de voley ball de local , integrado por mujeres en diferentes situaciones de género, entrena y lucha por situarse y mantenerse en la mejor posición de la escena deportiva. En los momentos previos a un encuentro decisivo, una observadora repara en las cualidades de Sofía, una jugadora solvente con un prometedor porvenir, a la que pretende llevar a un club de dividión superior. Pero un episodio inesparado pone freno a este ascenso deportivo de la joven y crea un conflicto que pone en movimiento las encontradas opciones ante un problema social, tan felizmente superado en algunos países como fatalmente vigente en otros. La brasileña Power Alley (Levante), primera obra de su realizadora es un filme reivindicativo al que no es ajeno el humor y el sentimiento de esperanza, una lograda pieza que con inusual y exultante energía narrativa contagia de modo especial a quienes lo contemplan.