Lo de Valencia

El ruido ahoga los argumentos. Y ruido es lo que sobra en torno al encamamiento del PP con Vox para gobernar la Comunidad de Valencia. Un movimiento de piezas perfectamente encajado en la lógica del sistema. Y también en la lógica de bloques que mueve la política nacional, sobre todo a raíz del apagón de Podemos por la izquierda y Ciudadanos por la derecha.
 

Hay mucha confusión argumental porque no se sabe si el escándalo es porque la ultraderecha va a entrar en el gobierno valenciano, como una desgracia para el ecosistema democrático, o porque el PP nos ha tomado el pelo respecto a sus intenciones de gobernar en solitario.
 

Insisto: no se sabe cuál es el fondo del debate, se pierde de vista el objeto de la discusión cuando las emociones desplazan a los razonamientos. Ahí estamos desde que conocimos el principio de pacto alcanzado por el PP con Vox para gobernar en coalición la autonomía valenciana y el ayuntamiento de Elche, que se sepa.
 

¿Se trata de descalificar al PP por habernos engañado con su declarada intención de no gobernar con la ultraderecha? Es verdad que sus dirigentes habían dicho en todos los idiomas que harían lo posible y lo imposible por evitar a Vox, sobre todo en Valencia, donde había que tratar con un condenado por malos tratos (sentencia de hace más de veinte años, ya cumplida). Sin embargo, entiendo que no es de peor condición tratar con un ex maltratador que con un exterrorista, por ejemplo.
 

Pero el presunto incumplimiento, aun contando con el desplazamiento del maltratador de la política autonómica a la nacional, parece de menor cuantía en un escenario político marcado por el hacinamiento de “muertos” en los armarios de los dos grandes partidos, los incumplimientos, las mentiras y el encharcamiento de los caminos hacia el poder.
 

Si de lo que se trata es de prevenirse frente al peligro de un gobierno autonómico (o varios, incluido el central, si al final la aritmética parlamentaria lo exige para la reconquista de la Moncloa) dispuesto a inocular en el tejido institucional pulsiones reaccionarias, xenófobas, racistas, machismo, odio al diferente, negacionismo del cambio climático, etc., me pongo a la cola.
 

Puestos a aprovechar la coyuntura para autojalearse en defensa del medio ambiente, los derechos humanos o la causa de la mujer, me pido la cabecera. Pero no daré por hecho anticipadamente que la minoría de Vox (300.000 votos en la región valenciana) va a secuestrar a la mayoría del PP (863.000 votos). 

 

En todo caso, hago votos para que no ocurra. Y pensaré que el PP de Mazón no acabará cautivo de Vox. Lo mismo que el PP de Feijóo a escala nacional si se repite el supuesto, lo cual no es nada descartable.

Lo de Valencia

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