El verano es una de las épocas donde es necesario controlar con precaución la exposición al sol. Los dermatólogos recomiendan ser conscientes del perjuicio que supone para la salud no protegerse ante los rayos ultravioleta. Además, es crucial elegir y usar adecuadamente los protectores solares y desmitificar algunas creencias comunes sobre el cuidado de la piel en verano. De todo esto, hablamos con Nicolás Iglesias Pena, desmatólogo en el hospital San Rafael de A Coruña.
¿Cuáles son los principales riesgos para la piel asociados con la exposición al sol?
La exposición al sol controlada es necesaria para tener una buena salud. No obstante, tenemos que tener en cuenta que podemos tener efectos adversos derivados de dicha exposición si no lo hacemos correctamente. De forma aguda, es bien conocido el riesgo de quemadura solar. Esta se debe fundamentalmente a la radiación ultravioleta, que es mucho más elevada en los meses de verano, con los días claros y en las horas centrales del día. El sol también puede ser causante de erupciones polimorfas lumínicas (más conocidas como “alergia al sol”), de melasma (manchas transitorias en la cara; típicas del embarazo) y de brotes de enfermedades fotosensibles como el lupus eritematoso o las porfirias. Otra erupción, que además típica del verano es la fitofotodermatitis, que se produce tras manipular ciertos vegetales como los cítricos, las higueras o la ruda mientras nos exponemos al sol, dando lugar a lesiones ampollosas u oscuras de aspecto típicamente lineal. A nivel crónico, el sol produce envejecimiento prematuro de la piel (manchas, arrugas) y puede provocar a largo plazo cáncer cutáneo, que es la complicación más temida.
¿Qué tipo de protector solar recomienda y con qué frecuencia debe aplicarse?
La protección solar es una medida de control de daños que debe realizarse de forma individualizada. En dermatología dividimos los tipos de piel en fototipos: el fototipo I le corresponde a una persona pelirroja de piel blanca y ojos claros que nunca se broncea; en el otro extremo, un individuo con fototipo VI tendrá piel negra y cabello y ojos oscuros. Estos últimos casi nunca se queman y tienen una protección natural frente al sol. La protección solar que necesita cada persona es diferente y depende de varios factores entre los que se incluyen sus patologías cutáneas, su fototipo, la latitud en la que vive y las horas que pasa al aire libre.
Los fotoprotectores en crema son la medida más conocida para protegerse de los efectos negativos de la radiación solar. Los más promocionados son los que tienen un factor de protección 50+. Esto quiere decir que, de forma teórica y en la cantidad adecuada, podrían multiplicar por 50 el tiempo que podemos estar al sol. Llevado a la práctica, esto es diferente, pues generalmente no aplicamos los fotoprotectores en la cantidad utilizada en los experimentos que dan lugar a su aprobación por las autoridades sanitarias, además de que los aplicamos en un contexto de baño, sudoración, etc., que hacen que sea conveniente reaplicarlo en ciertas circunstancias. Hoy en día se dispone de muchas presentaciones de fotoprotector en crema que adaptamos típicamente en función de la patología del paciente: presentaciones libres de aceites en pacientes con acné, con activos despigmentantes en pacientes con melasma, etc.
La mejor protección solar es la que realizamos con nuestro cerebro. La ropa de manga larga, el sombrero, la sombrilla, evitar las horas centrales del día (cuando nuestra sombra es claramente más pequeña que nuestro cuerpo), especialmente si tenemos un fototipo bajo, son medidas mucho más útiles que cualquier crema. Un fotoprotector en crema no es un escudo infranqueable y no es raro ver pacientes que se queman igualmente al aplicarlos por tener comportamientos inadecuados a sus circunstancias.
¿Cuáles son los mitos más comunes sobre el cuidado de la piel en verano y cuál es la realidad?
La mayor parte de los cuidados de la piel que se realizan durante todo el año pueden mantenerse en verano, en líneas generales. Productos como los activos despigmentantes o los retinoides, esenciales para controlar patologías como el melasma y el acné, tienen la fama de no poder utilizarse en verano. En realidad, la mayoría de los dermatólogos no suspendemos estos tratamientos en verano si son necesarios para el paciente. Siempre que haga una fotoprotección correcta, se pueden continuar utilizando, especialmente en nuestra latitud.
Otro mito extendido es que en los días nublados no es necesario protegerse del sol. En muchas ocasiones recibimos pacientes con quemaduras solares producidas en los días nublados, pues no se recibe la radiación infrarroja que da sensación de calor en la piel y tenemos una falsa sensación de seguridad.
¿Qué signos tempranos de daño solar deberían hacer que alguien consulte a un dermatólogo?
El daño solar crónico se traduce típicamente en arrugas y manchas. Una piel con muchas manchas (los llamados “lentigos solares”) nos indica que se ha producido una elevada radiación solar a lo largo de la vida. Esto es habitual en pacientes con fototipos bajos que han sufrido quemaduras solares frecuentes en la infancia o que han vivido en áreas con radiación UVB elevada. Las zonas más habituales son la cara, los hombros y la región superior de la espalda.
La exposición solar crónica, especialmente en fototipos bajos, puede producir lesiones rugosas, descamativas, firmes que salen normalmente en la cara, en el dorso de las manos y en el cuero cabelludo de los pacientes con alopecia. Estas lesiones se denominan queratosis actínicas y son un signo inequívoco de daño solar, que además tienen la posibilidad de transformarse en carcinomas epidermoides (uno de los tipos de cáncer cutáneo), por lo que deben ser consultadas y tratadas.
¿Qué papel juegan la dieta y la hidratación en la salud de la piel durante la temporada de sol?
Con la exposición solar y las actividades propias de la época estival aumenta el riesgo de xerosis (sequedad de la piel). Este riesgo es mayor en los que, por los motivos que sean, se duchan más de una vez al día. De ahí que sea conveniente en esta época tener a mano una hidratante, especialmente en pacientes con tendencia a la dermatitis atópica. También en pacientes ancianos que normalmente tienen una piel con más tendencia a la deshidratación.
En días en los que la temperatura sea muy elevada, es preferible seguir una dieta ligera, evitar las digestiones pesadas, beber abundante agua y consumir frutas y verduras. Esto contribuirá a evitar los golpes de calor y hará que nuestra piel luzca más saludable.
¿Qué consejos tiene para las personas con piel sensible o condiciones específicas como el acné o la rosácea durante el verano?
Durante el verano, los pacientes que presentan patología cutánea específica deben intentar seguir en la medida de lo posible los consejos de su dermatólogo. Los pacientes con dermatitis atópica o psoriasis suelen beneficiarse de una exposición solar controlada y breve sin fotoprotector (la llamada “helioterapia”), además de los baños en agua salada. No obstante, cada paciente es diferente y existen muchos individuos que no toleran ni el sol ni el agua del mar.
Los pacientes con acné deben intentar tener su patología lo más controlada posible para disminuir el riesgo de marcas al exponerse al sol. También deben intentar usar cosmética libre de aceites que no empeore su patología de base. En esta época es típico el “acné cosmético”, que se produce por aplicar productos tópicos (generalmente fotoprotectores) inadecuados para este tipo de piel. Los pacientes con rosácea generalmente conocen la necesidad de evitar cambios bruscos de temperatura y exposiciones intensas al sol, pues habitualmente empeoran los síntomas de la enfermedad. También es importante que tengan controlada la función barrera con productos específicos recomendados por su dermatólogo.