Siete de cada diez usuarios del patinete eléctrico tienen menos de 38 años, con "una media de edad de 35" y "la gran mayoría lo usa para ir y volver del trabajo o a la universidad" en las ciudades, han explicado a EFE varios portavoces de compañías que alquilan estos vehículos de movilidad personal o VMP.
Así, el responsable de relaciones internacionales de Lime España, Arnau Pérez, ha indicado que la edad mínima para llevar estos patinetes "es de 15 a 16 años, dependiendo de la ciudad" y, aunque no existe una edad máxima para subirse a uno, no deja de ser recomendable "hacerlo cuando las personas empiezan a perder ciertas facultades, igual que sucede con el carnet de conducir" automóviles.
Estas características coinciden con las de otras empresas, las que además subrayan que "en las grandes ciudades existe una base de usuarios muy fiel" a este modelo de micromovilidad pues lo usan "entre tres y cuatro veces a la semana con un trayecto medio de casi 15 minutos", según Jordi Bacardit Reguant, gerente de políticas públicas de Tier.
Según sus análisis, "más del 20 % de estos trayectos sirve para remplazar otros medios más contaminantes" y, de acuerdo con los datos del sector supone "la mejor alternativa al transporte tradicional" pues sólo en el caso de Madrid se ha calculado que evitan más de un millón de desplazamientos en coche.
Esta opción de movilidad sostenible se ha extendido en los últimos años por diferentes capitales españolas siguiendo el modelo europeo en ciudades como Londres, Bruselas, Roma o Viena, que licitan servicios de micromovilidad compartida "con precios comparables a los del metro".
El patinete eléctrico permite así ayudar a la reducción de los niveles de contaminación y el desarrollo de la sostenibilidad urbana, por lo que se convierte en "un aliado del transporte público que aspira a sustituir por completo el uso del coche privado", añade Gerard Sellarès, responsable de ventas de Dott en España, una de las tres empresas que operan en Madrid.
Sellarès insiste en la importancia de estos vehículos que, aunque parecen muy modernos, ya se utilizaban al menos como prototipos a finales del siglo XIX, ya que suponen una "alternativa convincente para los viajes urbanos más cortos o combinados", si bien requieren "un buen uso por parte de la ciudadanía" y más estacionamientos "situados cerca de las estaciones e intercambiadores".
En la actualidad son "muchas" las ciudades de las áreas metropolitanas con menor densidad de transporte público que "están negociando para poder aplicar este modelo de descarbonización de la movilidad", aunque para ello sea precisa la ampliación de las actuales infraestructuras, ha añadido Pérez, quien señala por ejemplo a Alcorcón, una de las ciudades de la periferia de la capital madrileña.
En cuanto a la seguridad de los MVP, según uno de los últimos estudios realizados por la Fundación Línea Directa con la colaboración de la Fundación Española para la Seguridad Vial, más de 17 millones de españoles los utilizan "de manera frecuente" lo que requiere "un cuidado extremo para evitar siniestros".
En 2022 fueron registrados unos 300 accidentes con una docena de víctimas mortales, aunque la cifra es un 22 % menor que en 2021.
Pese a este descenso, algunos responsables municipales han optado por reducir el número de MVP disponibles o incluso sacarlos de circulación para "preservar aspectos esenciales como la salud pública y la seguridad" han afirmado a EFE fuentes del Ayuntamiento de Barcelona.
"Ya no está permitido el alquiler del vehículo desde el espacio público de la ciudad debido a que los sistemas de alquiler de uso intensivo deben regularse en materia de estacionamiento y seguridad para garantizar la seguridad de usuarios y peatones", aseguran estas fuentes, por lo que en la ciudad condal "es más corriente recurrir a locales dedicados a esta actividad o a particulares".