Las filósofas están excluidas del currículum de Bachillerato y de las pruebas de acceso a la universidad (PAU), “una grave discriminación” que lleva a “algunos alumnos a pensar que las mujeres no pueden generar pensamiento de calidad”, denuncia el profesor de la Universidad Pompeu Fabra, Jordi Mir, que lleva años reivindicando incluir la perspectiva de género en esta materia.
Desde que en 2017 empezó a impartir clase en el primer curso de universidad, Jordi Mir, que también es profesor del Departamento de Ciencia Política y de Derecho Público de la Autónoma de Barcelona, pregunta a sus alumnos el primer día de clase qué pensadoras estudiaron en el instituto.
El profesor explica que las respuestas de los alumnos son que “no han estudiado a ninguna pensadora”. Ante la pregunta, “algunos estudiantes afirman que no se habían planteado la ausencia de filósofas, otros dicen haber pensado en ello y la pregunta les reafirma sus inquietudes”, pero “hay un grupo preocupante, formado sobre todo por chicos, que cree que las filósofas no se estudian porque no han hecho aportaciones interesantes al mundo del pensamiento”, detalla Mir.
Estos alumnos “viven una realidad alterada” que “les hace pensar que lo que opinan sus compañeras en clase no es relevante”, subrayó el docente, para quien “la ausencia de filósofas en los temarios, perpetúa un tipo de pensamiento patriarcal”.
Desde la Edad Media, las mujeres han hecho contribuciones importantes a la historia del pensamiento, dice Mir, y destaca que en el siglo XX “algunas han roto barreras” y desarrollado “pensamiento relevante”, como Simone Weil, María Zambrano o Simone de Beauvoir, entre otras. Para Mir, parte del problema de no incluir a pensadoras en las PAU nace de la falta de referentes en el Bachillerato.
Así, señala que “al incorporar a las mujeres y la perspectiva de género, tendremos que hacer visible el machismo que han creado los filósofos que forman el temario”, subraya.
Las mujeres “han tenido que superar dificultades y represiones para poder generar pensamiento” y “seguir negándolas implica una doble discriminación, en su momento y en la actualidad”, concluye.