P olonia perdió durante la II Guerra Mundial el 70% de todo su patrimonio artístico. Museos, iglesias, castillos o numerosas colecciones privadas fueron expoliadas por los nazis, que lo arrasaron todo a su paso. Las autoridades polacas estiman que desaparecieron unas 516.000 obras de arte.
Gran parte de los bienes robados fueron devueltos tras la derrota del ejército hitleriano, pero muchas de ellas, siete décadas después, siguen en paradero desconocido y recuperarlas es una prioridad del Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional de Polonia. A ello se dedica un departamento especializado que, tras clasificar todas las piezas de arte robadas después de la invasión nazi, centra sus esfuerzos en buscarlas por todo el mundo y solicitar su devolución a sus legítimos propietarios, el pueblo polaco.
Las nuevas tecnologías les ayudaron a rastrear estas obras por todo el mundo. Fue así como, en diciembre de 2020, descubrieron que dos de estos cuadros, que integran un díptico del siglo XV formado por una dolorosa y un ecce homo, estaban en Pontevedra. Ambas piezas, creadas en el taller del pintor holandés Dieric Bouts, principal representante de la Escuela de Lovaina, por uno de sus alumnos –probablemente su hijo– pertenecían a la Colección Czartoryski, desvalijada por los alemanes en la ciudad de Gołuchów.
Las pinturas, tras salir de Varsovia en 1944, reaparecieron en un comercio de arte de Madrid en 1973 y llegaron al Museo de Pontevedra en 1994, como parte de la compra de la colección de José Fernández López, formada por 313 obras de autores y cronologías diversas.
Los expertos desconocen dónde y en qué momento fueron adquiridas por Fernández López, pero todo parece indicar que pudo hacerlo en la Sala Parés de Barcelona o en la Galería El Cisne de Madrid, de las que era cliente habitual.
“La recuperación de una obra expoliada es la primera etapa de un proceso largo y tedioso que dura años, aunque en este caso ha sido todo lo contrario”, explicó la directora del área de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura de Polonia, Elzbieta Rogowska. Ella firmó ayer el acta de devolución formal de este díptico a su país y se mostró “muy agradecida” al Museo de Pontevedra por permitir que estas obras “vuelvan a su casa” y hacerlo con una diligencia “que esperamos que marque un precedente”.
El díptico recuperado por Polonia, según Rogowska, “es muy pequeño pero tiene una gran historia y un gran valor” y supone, subrayó, un paso más en el proceso de “restitución” que su país impulsa para recuperar todo su patrimonio robado. “Poco a poco nos están devolviendo todo y estamos muy contentos de haber avanzado en este camino”, sentenció.
Para el Museo de Pontevedra, según su director, Juan Manuel Rey, el de ayer fue un “día grande” al contribuir a “hacer justicia” con una situación, el origen ilícito de estos dos cuadros, que para ellos era “totalmente desconocido”. Rey aseguró que “veremos con cierta pena” la pérdida de un díptico que era “importante” como muestra del arte de la Escuela de Lovaina, un sentimiento que se mezcla con la “satisfacción” de haber puesto fin a una “injusticia histórica”.
“Teníamos que hacerlo sin darle cincuenta vueltas y proceder a su devolución lo antes posible y de manera gratuita”, añadió el vicepresidente de la Diputación de Pontevedra, César Mosquera, responsable político del Museo de Pontevedra. Tan pronto como Polonia se puso en contacto con las autoridades pontevedresas se inició el proceso de devolución “de forma inmediata”, algo que según recordó Mosquera “no es para nada algo habitual” y convierte al Museo de Pontevedra en “referente mundial”.
La presidenta provincial, Carmela Silva, confió en que tras el paso dado desde Pontevedra “sea muy difícil que otros museos no sigan este mismo camino”. Tras quedar los cuadros bajo custodia de Polonia, una empresa se encargará de trasladarlos a Madrid para llevarlos a territorio polaco, donde quedarán depositado en el Museo Nacional de Poznan.