Este inmueble, la Casa Carnicero, es el recuerdo de una época dorada de la construcción residencial en la cual los encargos arquitectónicos eran una prueba en muchos casos de la originalidad de su arquitecto y de la impronta económica. Del que asumía sus servicios y desplegaba su inteligencia y saber en los planos al efecto de un diseño según las cualidades del cliente y su idea sobre lo que deseaba tener y disfrutar en vida de su patrimonio, según su poder económico como un hecho de lo que poseía y había logrado llegar a tener con su trabajo y esfuerzo personal, que para entonces se viese reflejado en una de aquellas delicadas casas que se edificaban a gusto del cliente y de su familia.
Una de ellas era la conocida como Casa Carnicero, en la entrada de Perillo a la salida del Puente del Pasaje y que hemos visto como desaparece por fuerza del destino.
En los años de 1914 a 1915 se pudo haber efectuado el proyecto de esta casa, encargo efectuado por el industrial Enrique Carnicero Ríos al arquitecto Rafael González Villar, el cual la ubicaría en el solar propiedad del primero, quien se dedicaba al cultivo de la ostra, en la que era la fructífera ría del Pasaje.
El nombre de su dueño
A esta casa se la conoció desde siempre por el apellido de este industrial que fue su dueño, hasta que un pavoroso incendio provocado por causas desconocidas, aunque se cree fue con premeditación, fue el que esta joya arquitectónica sufrió el 17 de junio de este propio año a las 20.45 horas, que acabó con los días de gloría de aquel vetusto edificio, el cual se fue arruinando paulatinamente al paso de los años.
La edificación se asentaba sobre un montículo o zócalo de mampostería, que acaba convirtiéndose su espacio en semisótano. Aprovechando aquel desnivel del terreno, en las esquinas de la edificación y en su planta baja, se colocan llamativos detalles en mampostería rústica, sobresaliendo su enfoscado, utilizando en el diseño la disposición de vanos esbeltos con antepecho de madera.
Sus vertientes de las cubiertas gemelas se sitúan sobre la fachada con un notable juego visual en escorzo, que es una forma de solucionar su composición abuhardillada al estilo de una casa de campo inglesa, donde las traviesas de madera quedan a la vista entre el enfoscado pintado de los paramentos.
Entre estos travesaños se colocan tres ventanas, siendo frecuente esta situación en los recursos del propio arquitecto. El arco carpanel en los vanos de las ventanas es constante en otras de sus diversas edificaciones al estilo de esta casa del Pasaje.
Según palabras de Leandro Carré Alvarellos: “Entre los muchos edificios particulares que ha realizado, además del Sanatorio de Cesuras, las casas de Molina, el Cine Avenida y otros cines más en Betanzos, Cee, etc., varios chales notables (como Rialeda, Carnicero, etc.)”.
Los trabajos de cubrimiento (tejado) de la casa se iniciaron entre el 10 de febrero y el 17 de mayo de 1916, situada a la entrada del Puente Pasaje en dirección a la ciudad herculina.
Lugar idóneo
Era un lugar idóneo para ella, teniendo en cuenta que entonces el puente era más estrecho y los negocios de este industrial estaban en dicho lugar, quien aparte del cultivo de ostras al pie de su propia casa, se dedicaba a la venta de combustible para vehículos a motor. De hecho, se convirtió en representante de la marca “Motorina” distribuida por los industriales “Mesa, Marchesi y Cía S en C”, situada en la Gaiteira, los cuales distribuían el petróleo refinado para motores, quienes a su vez disponían de una instalación de tanques con tubería directa a los muelles de atraque para su abastecimiento a los buques. También en tiempos recientes fue una expendeduría de tabacos y catalogada desde el año 2009; había sido bar y merendero donde se degustaban las ostras que se cultivaban en el parque. Cuentan los más veteranos del lugar, que hasta allí llegaban personajes de todo tipo a tomar este suculento manjar.
El gran incendio del pasado mes de junio es una desgracia que se ceba sobre el patrimonio histórico y a su vez irreparable en una vivienda en el momento en que el Ayuntamiento de Oleiros negociaba su cesión al municipio, teniendo prevista su restauración al no poder asumir dicho coste la familia propietaria y después de llevar catorce años sufriendo abandono y destinada a ser lugar improvisado de ocupación para personas ajenas en el disfrute de la vivienda, lo que posiblemente propició que acabase consumida por las llamas.
Solo quedan en pie en la vivienda los lienzos del edificio, todo lo demás fue consumido por el fuego, suelos, escaleras, vigas de sujeción y la cubierta se convirtieron en cenizas.
La situación en que quedó la Casa Carnicero puede hacer que acabe siendo demolida, si no se desploma antes debido a su mal estado y acaba por desaparecer. El arquitecto ya dio su veredicto y el alcalde de Oleiros lo corroboró: “Será demolida”.
Este tipo de casas o edificios tienen que estar bajo el auspicio de un plan especial a fin de evitar que los ocupas puedan actuar sobre estas joyas de la arquitectura. Si no se toman medidas, acabarán por hacer desaparecer conjuntos históricos de edificios que cuentan pese a su abandono su propia historia, desde el punto en que se hallan ubicadas.
Los ayuntamientos deben procurar que esto no suceda, aplicando las ordenanzas o aprobando las que sean precisas para salvaguardar este patrimonio irrepetible, evitando su desaparición por negligencia de manos ajenas y poco consideradas con el respeto a la historia del municipio en que se halle.
Para saber más sobre el arquitecto Rafael González Villar, recomiendo la obra de Antonio Garrido Moreno. l