El confinamiento al que la población se ha tenido que enfrentar durante estos dos meses por la pandemia del coronavirus no solo afecta a los sectores económicos. La mente y el bienestar de las personas también sufre una mala pasada debido al encierro y la falta de libertad, así como a un cambio de hábitos y rutinas. El médico adjunto del Chuac José Ramón Silveira sostiene que se están detectando cada vez más síntomas de estrés postraumático, ansiedad y depresión: “Personas que previamente no eran pacientes están demostrando tener síntomas, pero todavía no se ha demostrado que haya más trastornos cristalizados, aunque es algo que se puede prever”.
Ante la incertidumbre persistente, hay dos tipos de perfiles dentro de los pacientes y dos tipos de reacciones. Por una parte, existen las “personas no enfermas que estén sufriendo de ansiedad, agotamiento y síntomas depresivos, que habrá que ver cómo evolucionan”. En el otro extremo están los pacientes ya conocidos por el psiquiatra, que “muestran nuevas patologías y que reflejan una repercusión en la mente, como la alteración del sueño y los hábitos, preocupación constante, descuido, descompensaciones, cambios de tratamiento”.
Además, Silveira afirma que “si han vivido una experiencia desfavorable de forma reciente, es más normal que tengas más estrés postraumático”. A la hora de afrontar la salida a la calle con la relajación del confinamiento, vuelve a haber dos formas de asumir el mando. “Hay personas que tienen miedo, que son más temerosas y precavidas, y otras más aventureras, depende del perfil de cada uno”, dice. Estas características podrían compararse a iniciar una aventura, como un viaje. “Existen las personas que viven un viaje intensamente y otras a las que no les gusta salir porque esas vacaciones suponen estar en alerta y pendientes de todo”, comenta.
Unido a ello, la persona más temerosa de salir a la calle sería, en este caso, el paciente “ansioso y depresivo”. Para superar esto, Silveira destaca la importancia de no quedarse en casa para no privarse del bienestar que supone salir y relacionarse con otras personas, siempre y cuando se respeten las medidas indicadas.
La convivencia
El estado de alarma obligó a parejas, familias y amigos a vivir juntos las 24 horas del día sin posibilidad de salir de la vivienda. Esto aumentó el “estrés sobrevenido”. Por lo tanto, si no se sabe manejar bien, “es probable que las relaciones se tensen y se vean forzadas a no fluir de una forma muy natural”, considera, y añade que “el relevo hace que una parte de la relación se descargue y otra se sobrecargue, por lo que hay que hallar los mecanismos para solucionarlo”.