“Morirse es muy dulce, merecía sufrir”, afirma la menor del crimen de A Cubela

“Morirse es muy dulce, merecía sufrir”, afirma la menor del crimen de A Cubela
los principales acusados se enfrentan a penas de entre 18 y 20 aã±os por asesinato susy suã¡rez

Como un puzzle, la declaración que ayer prestó en la Audiencia  la hija de la mujer colombiana que esta semana se enfrenta a juicio como inductora del asesinato de su examante en la plaza de A Cubela encaja a la perfección con la última versión de los hechos de la principal acusada del crimen. Cambiando la orientación de sus anteriores relatos, madre e hija dirigen ahora la culpa contra esta última, que por ser menor no ocupa estos días el banquillo pese a las pruebas que la implican, como al resto de acusados, en la muerte de su compatriota Alejandro Yonier Arenas.
“Por una vez en la vida voy a decir la verdad, mi mamá lleva una año y cuatro meses en la cárcel por mi culpa”, anticipó ayer la joven, cargando sobre sí la responsabilidad de las dos puñaladas que recibió el exnovio de su madre y amante suyo la noche del 10 de enero de 2012.
Sobre por qué querría ella vengarse del hombre que había abandonado a su madre para mantener otras relaciones, mantiene que “le tenía mucho rencor”. “Él me engañó, me mintió, me dijo que me quería, que estaba enamorado de mí y que seguía con mi mamá como tapadera”, aseguró la adolescente (tiene hoy 16 años), para a continuación situarse en A Cubela aquella noche, junto a los dos hombres que se sientan en el banquillo como autores materiales del asesinato: el que era su novio y el exmarido de su madre.
Y se explayó: “Quería pegarle y, cuando sanara, volver a pegarle. Quería que le pegaran. Hubiera preferido que fuera a la cárcel, que pagara. Morirse es algo muy fácil, muy dulce, diría yo. Se merecía sufrir y sufrir, y sufrir otra vez por todo el daño que nos hizo a mí y a mi madre. Matarlo sería una venganza muy fácil”.

llamadas telefónicas
Si es verdad que su narración coincide palabra por palabra con la que su madre prestó el lunes ante el jurado, tanto las acusaciones como algunas defensas observan incoherencias entre lo que cuentan las dos mujeres y lo que demuestran las pruebas. Pruebas como los mensajes telefónicos que recibió el fallecido minutos antes de ser apuñalado, y que según la Policía salieron del teléfono de la acusada –no de su hija– desde A Cubela. “Me llevé su teléfono cuando se acostó porque no tenía saldo”, justificó ayer la adolescente, lo que no explica por qué Arenas tenía una llamada de ella desde su móvil personal a la misma hora.
Pero existen otras comunicaciones que ponen en tela de juicio la versión por la cual la madre se quedó durmiendo en casa –después de descubrir la relación de su expareja con su hija cuando apenas tenía 13 años– mientras esta tendía una trampa al fallecido, haciéndole salir de casa a medianoche bajo el pretexto de recogerla para “pasar una última noche juntos”.
Siguiendo su relato, después de atacar a Arenas, su novio, el exmarido de su madre y ella misma regresaron al domicilio de Culleredo para dormir todos allí, un hecho que no concuerda con las declaraciones de los coacusados, y que tampoco encaja con las comunicaciones que la menor mantuvo aquella misma mañana con su novio y otra adolescente –que tenía una relación en paralelo con este joven y que está acusada como encubridora– a través de la red social Tuenti.

venganza
La Policía recuperó los muchos mensajes que intercambiaron estos tres implicados en aquella semana, entre ellos los que se enviaron a primera hora del 11 de enero, solo unas horas después del crimen. En ellos, el autor confeso ya apuntaba la autoría, pero sin saber que la víctima había fallecido (“le pequé dos puñaladas a uno y no sé si me denunciará”, escribía).
Tanto la joven que ayer declaraba como testigo –lo hará como acusada en un proceso de Menores– como las cuatro personas que ocupan el banquillo han sido cuestionadas durante las dos primeras sesiones del juicio por los mensajes. Aunque ninguno de los acusados quieren darles valor, varios de estos texto traslucen los planes de la principal acusada para “dar un escarmiento” al veinteañero que la había engañado con su hija; entre ellos, uno del día de la muerte de Arenas, en el que su hija cuenta que “su mamá y ella van a invitarlo a comer, echarle algo en la bebida, llevarlo a un parque, darle una paliza y dejarlo allí desnudo”.

“Morirse es muy dulce, merecía sufrir”, afirma la menor del crimen de A Cubela

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