El abandono municipal del castillo de San Antón deja el edificio deteriorado y con su contenido sin actualizar

El abandono municipal del castillo de San Antón deja el edificio deteriorado y con su contenido sin actualizar
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El abandono del castillo de San Antón es evidente. Las piedras de la fortaleza que la sostienen desde el siglo XVI, llevan como pueden una enfermedad crónica como es la erosión que le produce el mar. Su desgaste por el salitre salta a la vista. 

Y es que su situación con el Atlántico rozando el contenedor hace que el mantenimiento tenga que realizarse de manera constante. Además, el museo arqueológico, que ya tiene 50 años en su DNI, carece de director desde que el año pasado el último, Xosé María Bello, se jubiló. 

En su lugar, Ana Martínez desempeña las funciones del cargo sin serlo y mientras que desde Culturas no abran una convocatoria para ponerle cabeza al castillo, este se mueve en un terreno hostil, propiciado por unos contenidos que no crecen ni se completan en los últimos tres años.  En la Memoria de Gestión más reciente publicada por el Ayuntamiento no se refleja compra alguna de fondos ni de objetos en un periodo de tres años, el que va de 2015 a 2107. 


Sin embargo, el número de visitantes creció porque si en 2017 se registraron 79.471 personas las que se acercaron a conocer un trozo de historia de la ciudad, el año anterior fueron 62.961, unos 16.510 menos. 


Por su parte, el castro de Elviña también va ganando adeptos. De los 2.648 que pisaron el perímetro hace tres ejercicios, subieron cien más al siguiente y esto confirma que la arqueología atrae. 

El museólogo y exdirector del castillo de San Antón, Felipe Senén, cree que la ciudad tiene una deuda de muchos años, prioritaria a otras actividades y que pasa por la expropiación de los terrenos en Elviña para rodear el castro de las infraestructuras necesarias con el fin de ponerlo en valor. 

En cuanto a la antigua prisión, destaca que haciéndolo museo arqueológico se salvó el edificio para dotarlo de una colección que fueron completando los distintos directores que por allí pasaron, desde José María Luengo hasta el propio Bello, y para la que el espacio se quedó corto. 

Es por eso que, según el experto, el museo debería ser museo en sí mismo, de lo que fue, una defensa de la bahía y una fortificación de ingeniería militar con todo lo que tuvo lugar allí y los presos que agonizaron dentro. Para el material arqueológico, sostiene que debería contar con un espacio más adecuado tanto para mostrarlo como de almacenaje, lo que se conoce como fondos de reserva. 

También tiene que ser accesible para ser estudiado e investigado igual que los Museos Científicos le escriben puntos suspensivos a los módulos interactivos con premios, colaboraciones, charlas y todo tipo de actividades que alargan el latido del conocimiento: “Hai que igualar as orixes da cidade coas novas tecnoloxías para explicar o que é a ciencia”. 

La etnografía, la arqueología y el arte necesitan nuevos espacios expositivos como se hizo en otras ciudades como Pontevedra y Lugo con museos modelo que colocan la historia en el lugar que se merece. Si a eso se le suma que “A Coruña é pioneira na arqueoloxía con todo o que se fixo arredor da Torre e de Elviña: “San Antón non ten espazo para gardar nin persoal para restaurar”. Senén explica que el paso de directores supone también el olvido de ciertos fondos que pasa por alto el siguiente por desconocimiento. Y en este sentido, habla de la necesidad de compactar los contenidos “nun continente especial porque se salvou o edificio e creáronse coleccións”. Ahora, San Antón pide mimos por fuera y por dentro. En el exterior, con una limpieza continua que lo haga brillar y en el interior, con una reorganización de los tesoros, llevándolos a un espacio donde se puedan disfrutar mejor para darle al castillo la condición absoluta de museo. Sin apellidos.

El abandono municipal del castillo de San Antón deja el edificio deteriorado y con su contenido sin actualizar

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