La culpabilidad de las dos mujeres llevadas a juicio en los últimos meses de 2012 por apropiarse de más de un millón de euros de una familiar rica y senil la deduce el tribunal de la sección segunda de la Audiencia Provincial de las propias palabras de la principal acusada, sobrina nieta de la víctima y defensora judicial de la nonagenaria en los dos últimos años de su vida.

Lejos de negar los intrincados movimientos bancarios que sufrieron las cuentas de su tía abuela hasta, en muchos casos, quedarse a cero, esta pariente aseguró que cada extracción de dinero estuvo dirigida por la anciana, bajo criterios que ella, ni comprendía ni ponía en duda: “Yo hacía lo que ella me mandaba. Lo que quería es que estuviera bien y nada más”.

Ella fue la persona designada por el juzgado para administrar los cuantiosos bienes de la anciana cuando se declaró su incapacidad, después de que los vecinos alertasen de que vivía entre basura, sin luz, y hacía cosas raras como deambular en bata por las calles en plena noche. Ahora, la sentencia que la culpa, a ella y a su hija, de una estafa continuada, llama la atención sobre la “coincidencia temporal” entre esa demanda de incapacitación, la obtención del poder notarial de representación “y el saqueo de los fondos de inversión de Josefina, para lo que era un instrumento necesario el amplísimo poder que se consiguió ”.

Con esta conclusión, y la convicción de que ambas acusadas trabajaron mano a mano con “el claro propósito de enriquecerse”, la sentencia les impone a ambas cuatro años de prisión, más la obligación de devolver a la comunidad hereditaria de la fallecida 1,3 millones de euros.

"manipulable"

El tribunal las culpa de un delito continuado de estafa, cometida, según los magistrados, aprovechando las dos autoras el “frágil” estado de salud mental de la perjudicada, que según las forenses y otros facultativos que participaron en el juicio sufría un “grave deterioro” de sus capacidades cognitivas que le impedía administrarse.

“Consideramos que el engaño vendría dado especialmente por la demencia senil que había desarrollado –la anciana–, que la hacía más manipulable”, entiende el tribunal, que descarta los argumentos de las procesadas sobre la “inteligencia” y “lucidez” de la millonaria.

En este sentido, la sentencia considera a la sobrina nieta “autora material” del delito y quien “ejecutó directamente el despojo de sus bienes” a la nonagenaria hasta el mismo día de su fallecimiento; un delito del que su hija, abogada de profesión, sería “cooperadora necesaria”: “Con su intervención (sabía que) iba a ayudar de forma relevante a su madre, habida cuenta de la dificultad que para esta suponía hacer frente ella sola al entramado de productos financieros y las complicaciones que la interposición de una demanda de incapacitación suponía para los fines de desposeerla de sus bienes”.