La dársena de O Portiño fueron ayer el escenario de un salvamento in extremis cuando un pescador cayó al agua y fue rescatado por un testigo, un cabo de la Brilat, en Figueirido, que se encontraba en el pequeño puerto en esos momentos a las diez de la mañana. Todo ocurrió durante la alerta naranja y los servicios de emergencia señalan que la víctima, un hombre de mediana edad, habría muerto ahogado si Emerson Vilariño no llega a intervenir. Una vez lo sacó del agua, lo reanimó con el boca a boca con la ayuda de Fran Aguilar, otro testigo. Para cuando llegaron los servicios de emergencia, el hombre ya respiraba débilmente.
Fue solo un cúmulo de afortunadas circunstancias las que hicieron que Vilariño estuviera presente en O Portiño ayer y pudiera evitar así la tragedia. “Tengo una caseta con una lancha allí con mi suegro, porque salgo a pescar a veces”, explicó. A estas alturas del año y con el tiempo borrascoso, no pensaba hacerse a la mar. Sin embargo, se le ocurrió pasarse para echar un vistazo a la embarcación para comprobar como estaba.
Después de pasar un rato en el lugar, estaba a punto de volver a casa (vive en el barrio de Las Flores) cuando escuchó los gritos que le alertaron de que algo estaba ocurriendo: un pescador había sido arrastrado por el mar en la parte trasera del puerto, en el contradique.
Golpes con las rocas
Hay que tener en cuenta que el incidente se produjo poco antes de las diez de la mañana y la alerta naranja se había declarado a las ocho de la tarde del día anterior. Cuando el pescador, que se encontraba en la orilla con su hijo, fue arrebatado por una ola, trató de aferrarse a unas piedras, pero fue golpeado por la resaca una y otra vez hasta que le arrancaron la piel de las yemas de los dedos y se rompió un brazo. Para cuando Vilariño, llegó al borde del mar, el cuerpo ya estaba lejos. “Me di cuenta de que no podría llegar a nado, así que fui corriendo a por la tabla de bodyboard”, continúa. El militar había practicado el surf durante años en Tenerife, pero desde que estaba destinado en Galicia lo había dejado. “El agua está demasiado fría”, bromea.
Pero esta vez eso no le hizo echarse atrás: se lanzó al agua en calzoncillos y remó en la tabla hasta llegar hasta la víctima. Ya no respiraba, pero la subió a bordo y volvió a la rampa de cemento. Allí le esperaba Fran Aguilar, que se acaba de tirar al agua. Este surfista y cocinero estaba trabajando en el local que se va a abrir en O Portiño cuando le informaron de lo que ocurría y se había apresurado a enfundarse el neopreno.
“Le pregunté si estaba vivo y me dijo que había muerto, y era peso muerto totalmente, pero la marea nos ayudó un poco y lo pudimos subir”, recuerda Aguilar, que sostuvo la cabeza de la víctima mientras Vilariño le hacía la reanimación cardiopulmonar y el hijo del pescador presenciaba desesperado la escena. “Fueron cinco o seis minutos, hasta que echó espuma y conseguimos que cogiese un poco de respiración muy débil”, explica el surfista.
Vilariño asegura que un minuto más habría sido demasiado tarde, y atribuye el salvamento a la instrucción que recibió en el Ejército: cursos de soporte vital básico, instrucción de reanimación y de emergencias: “Eso fue lo que le salvó la vida”.