Una octogenaria será desahuciada por no pagar un mes de su alquiler

Una octogenaria será desahuciada por no pagar un mes de su alquiler
aurelia rey muestra el último recibo de alquiler, abonado el pasado día 2 de enero quintana

La Ley de Enjuiciamiento Civil lo permite, echar de su piso a un inquilino que por segunda vez ha faltado al pago de su alquiler, y es en eso en lo que se basa el juzgado de primera instancia número 2 para tramitar el desahucio de Aurelia Rey Zúñiga, una octogenaria que desde 1979 reside, sola, en el último piso del número 9 de la calle del Padre Feijóo.

Ayer, los técnicos de Servicios Sociales lograron frenar por diez días la orden de lanzamiento que debía ejecutarse el próximo lunes, y de la que la anciana solo tenía nociones por una carta remitida por su abogada de oficio donde se la recomendaba abandonar la vivienda de “manera voluntaria”.

“Se hai xustiza, esto non pode pasar”, se lamenta la arrendataria, que acusa a los propietarios de presionarla de las maneras más diversas para que abandone un piso por el que paga 126 euros al mes, más de un tercio de su pensión. Orines en el descansillo, “sicarios” que la vigilan, artefactos explosivos caseros y notas por debajo de la puerta. “O que queren é poñerme tola e sacarme os cartos”, critica, para asegurar después que ha pagado religiosamente cada una de las mensualidades, a pesar de carecer de contrato.

El problema es que tanto el juzgado que tramita el juicio verbal por desahucio como la Audiencia Provincial han fallado en su contra, al considerar que existe un recibo, de marzo de 2011, que no llegó a abonar. A eso se uniría, según fuentes judiciales, un impago anterior, que impide “enervar” esta última deuda, es decir, abonarla fuera de plazo para evitar el desalojo, un mecanismo que solo concede al inquilino una oportunidad.

“Como me van botar, se xa está pago?”, se pregunta la octogenaria, que guarda muchos de los recibos que acreditar que tiene al día su alquiler. Defiende que la mensualidad que le ha traído este “problemón” la abonó, no solo una vez, sino dos, cuando la abogada le recomendó volver a ingresar el dinero para evitarse problemas. “Falei co director do banco e dixo que estaba arranxado, pero non estaba”, reflexiona, antes de narrar el incidente que precedió al supuesto impago.

 

una explosión

Ocurrió hace ahora dos años, una madrugada de febrero. Cuenta Aurelia Rey que dormía cuando escuchó en una de las habitaciones de casa una explosión. Al acercarse, comprobó que en el suelo ardía un artefacto que ya estaba llenando de humo toda la casa. Logró baldear por sí sola, y solo entonces avisó a la Policía.

“O explosivo botárono pola azotea para asustarme, pero se chego a estar alí, me queima”. mantiene. Al mes siguiente,, “a mediados”, acudió al banco para pagar el piso y no fue hasta mayo cuando le comunicaron que adeudaba aquella mensualidad. “Pedín o recibo e fun ó xulgado, pero nada”, recuerda. Hasta tres veces dice haber denunciado los hechos, sin resultado.

Ella está más que segura de tener al día todas las mensualidades, como también lo está de que los propietarios no la quieren en una casa en la que empezó pagando “quince mil pesetas” y ahora no llega al doble.

Ya en 1999 intentaron echarla, sin éxito, y desde entonces dice haber recibido visitas de desconocidos, cartas y otros métodos más inusuales. “Moitas macanas me fixeron. Abusaron de min”, concluye, antes de afirmar que los familiares de la propietaria que viven en el edificio hacen “ritos” para expulsarla: “Cousas de demos, botan sal nas escaleira... Pero a min o que fagan dáme igual, eu límpoo”.

 

contrarreloj

Aunque la inquilina siente que la razón está de su lado, en el departamento municipal de Servicios Sociales saben que la orden de lanzamiento del juzgado es implacable, y por eso buscan soluciones contrarreloj para poder abrir una vía. “Hemos logrado un aplazamiento de diez días, y no pararemos de trabajar para buscar el recurso que sea más conveniente”, explica el concejal de Servicios Sociales, Miguel Lorenzo, que descarga todo el mérito de haber paralizado el lanzamiento sobre las trabajadoras sociales de su equipo.

Como explica, las alternativas podrían ser encontrarle a Aurelia una pensión, un piso al que pueda hacer frente o una residencia, “que dada su edad, parece la mejor opción”. Pero todavía queda el trabajo más duro, convencerla de que tiene que irse de la que ha sido su hogar durante más de treinta años.

Una octogenaria será desahuciada por no pagar un mes de su alquiler

Te puede interesar