Raúl Zurita hizo poesía ayer en la Fábrica de Tabacos. Conocedor de la historia del edificio que tenía a su derecha y de la lucha por los derechos de las cigarreras, pensó que no podía haber mejor sitio que este para lanzar sus versos al aire. Para la ocasión, el chileno eligió composiciones de hace 40 años “porque son las que me gustan” y después de visitar Santiago, llegó a la ciudad de nuevo. Hacía muy poco que la había paseado.
Y es que Zurita fue el encargado en febrero de estrenar la residencia artística que Yolanda Castaño plantó en el número 46 de Riego de Agua, que se abre a la creación en rima del talento extranjero en una especie de boomerang inspirador. Ellos vienen y los de aquí se van. En su caso, Zurita alabó la iniciativa de la coruñesa, “fue muy bello, una casita ideal en la que retirarse”.
El Premio Nacional de Chile y el Premio Iberoamericano Pablo Neruda afirmó que sigue escribiendo “sobre todo y sobre nada”, movido por cuestiones que agitan, en realidad, a todo el mundo, “la diferencia es que yo las escribo”.
Zurita cree que “uno no tiene nada especial, siento las mismas angustias que el resto de la gente”.
A pesar de haber sido víctima de torturas durante el gobierno golpista de Pinochet, no cree que la humanidad haya mejorado desde entonces y “cada vez se escribe menos”.
Alaba a los jóvenes que leen en la pantalla, una forma más compleja, la de mirar a una tableta. El que llevó la lírica al cielo de Nueva York y al desierto de Atacama decía estar ayer emocionado por hacerlo en suelo coruñés y recordó algo tan bonito como lo que hizo un colectivo chileno que leyó y bombardeó de poemas los lugares que fueron asolados con explosivos.
En su mesilla, dice, “tengo unos cuantos libros viejos, a Pablo Neruda, nada nuevo”. Cuando relee su obra como ayer, vuelve a tener la misma sensación que “cuando los escribí”. Están frescos.
No se plantea subir al estrado a recibir el Premio Nobel de literatura, pero de conseguirlo realizará la misma dedicatoria en alto que le puso a su libro autobiográfico “Zurita”. En ella escribió: “A Paulina Wendt, con quien moriré”.