Si se observa el mapa de husos horarios del mundo, España está en el mismo meridiano que Gran Bretaña, Portugal o Irlanda, pero los relojes de los ciudadanos que habitan en la península ibérica marcan una hora más: España se rige por un tiempo no acorde al huso horario que geográficamente le corresponde.
Cada vez son más voces las que defienden que España debería cambiar de huso y tener la misma hora que Lisboa, Dublín y Londres, pero este es un tema bien complejo que va más allá de un simple cambio de horario: entran en juego aspectos económicos, de salud, de ocio, de conciliación, medioambientales, culturales y de costumbres.
El viernes, la Comisión Europea –después de un apoyo de más del 80% en una consulta popular– anunció que presentará una iniciativa para que los países de la Unión no vuelvan a cambiar las agujas del reloj, lo que en España ha reabierto el debate sobre los husos horarios y la conciliación, aspectos todos relacionados.
En esa encuesta, recuerda José María Fernández-Crehuet, profesor de Economía e Innovación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), se preguntaba si se deseaba mantener o abolir el doble cambio de hora y, en este último caso, qué horario permanente se prefería, si el de verano o el de invierno, y por las razones.
Los datos que dio a conocer la Comisión son preliminares y aún no se sabe cómo será la propuesta legislativa, pero el portavoz comunitario Alexander Winterstein precisó que el establecimiento del horario en cada Estado “será siempre una competencia nacional”.
Conveniencia
En España, el Gobierno se puso del lado de la Comisión, aunque sin detallar si se prefiere el de verano o invierno y, su presidente, Pedro Sánchez, anunció la puesta en marcha de una comisión de expertos para evaluar la conveniencia de cambiar el huso horario del país, lo que de hacerse requeriría de un gran consenso.
Los españoles tienen desde la II Guerra Mundial la misma hora que Alemania o Francia, era una medida transitoria pero ahí sigue y, si bien en los últimos años desde algunos partidos se han anunciado iniciativas para poder cambiarla, aún no se ha concretado nada.
Para Fernández-Crehuet, lo ideal, ante todo es vivir con el sol, esto es, levantarse cuando amanece y acostarse cuando anochece, pero en España, donde el sol suele brillar alrededor de nueve horas en invierno y 16 en verano, la hora oficial no coincide con la solar.
Las opciones, después del anuncio de la Comisión, parecen diversas. España podría quedarse con el horario de verano sin cambiar el huso horario, con el de invierno sin modificar el huso, no hacer nada o adaptarse de verdad al huso horario que le corresponde por su situación en el mapa y quedarse en verano, es decir, “estar permanentemente en el horario de verano de Londres”.
Todas tienen sus ventajas e inconvenientes. Por ejemplo, si España se queda como está ahora mismo –con el horario de verano y huso actual– se alargarían en una hora las horas de luz de la tarde pero en algunas regiones de la península, como Galicia, el sol no saldría hasta las 10.00 de la mañana durante los meses de invierno.
Así, que, según Fernández-Crehuet, lo mejor sería quedarse en el horario veraniego pero con la hora británica, y Canarias, que tampoco está en su huso horario, seguiría teniendo una hora menos.
Esto, a su juicio, serviría de palanca de cambio para profundizar en la conciliación laboral y personal: si favoreciéramos que se hiciera de noche antes podríamos adelantar todo, la cena, los horarios de los colegios y de los trabajos, porque cuando hay luz se tiende a estar más en la calle, pero también más en las empresas.
“Se trata del ajuste más fino que se puede hacer para que los españoles se levanten cuando haya luz, lo que ayudaría a los ritmos circadianos del cuerpo, y para que nos podamos acostar más pronto”, admite, asegurando que “es un tema complejo”. l