Con la voz entrecortada, pero sin omitir detalle. La mujer que en diciembre de 2012 denunció al hijo del que había sido su marido por agresión sexual evocó ayer ante un tribunal de la Audiencia el episodio vivido la mañana en que el joven con el que había convivido y al que la unía una relación cordial se presentó en su casa de Monte Alto, un lance del que, asegura, no creyó que fuera a salir con vida: “Me preguntó: ¿qué tipo de muerte quieres? mientras me ponía un cristal en el cuello. Me vi muerta. Pensé, de aquí no salgo, este es mi último día”.
Antes de eso, y según el relato que prestó a los policías que acudieron a su llamada de auxilio, el veinteañero la había manoseado, por encima y debajo del pijama, se había masturbado, la había golpeado en todo el cuerpo e insultado, después de que ella se negara a mantener relaciones sexuales con él y hubiera llegado a morderle para resistirse. Incluso, y siempre según su relato, llegó a colocarle una almohada sobre la cara y echarle las manos al cuello, un ataque por el que sufrió una lesión en las cuerdas vocales, tal como acredita un informe médico.
La Fiscalía ve en los hechos relatados un delito de agresión sexual consumada por el que reclama para el acusado nueve años de prisión, una pena que eleva hasta los 29 años la acusación particular, que ejerce el letrado José Luis Gutiérrez Aranguren, quien aprecia además la comisión de un intento de asesinato.
borracho
Ni lo uno ni lo otro admitió en la primera sesión del juicio el acusado, que sí reconoce que aquella madrugada acudió a casa de la denunciante después de salir de copas. Según se justificó, cuando salió del último garito decidió caminar hasta el domicilio de esta, donde ya había dormido en alguna otra ocasión. “Estaba muy borracho”, alegó de forma reiterada, antes de explicar que a su madre no le gustaba el alcohol porque su abuelo había tenido problemas con la bebida: “Iba bastante perjudicado. No quería que mi madre se enfadase”.
Según su versión de lo ocurrido, al llegar al domicilio conversó durante un rato con la mujer, y en cierto momento, esta comenzó a besarle. De este detalle, nunca antes había mencionado por él, sí habló la denunciante en su primera declaración policial: tal como quedó recogido el informe, lo hizo porque el joven estaba “muy alterado” y ella sintió pánico e intentó calmarlo. Pero inmediatamente, le asestó un fuerte mordisco en la lengua que lo hizo sangrar, un hecho que está confirmado por la lesión que el procesado presentaba en la lengua cuando fue detenido.
En el relato de la mujer, ese mordisco fue el punto de inflexión en el que el joven entró en cólera y comenzó a golpearla, manosearla y amenazarla de muerte “por lo que le había hecho a su familia”, un altercado que él reconoce, pero que explica de otra manera. Según su exposición de ayer ante los magistrados, fueron los comentarios despectivos de la exmujer de su padre hacia este lo que los llevó a discutir e, incluso, a iniciar un forcejeo. Fue en este contexto, y bajo el efecto del alcohol, que él cogió un cenicero y la golpeó con él en la cabeza, lo que hizo que se desvaneciera. En su versión, ella despertó al poco tiempo, fumaron un cigarrillo y él se fue a su casa. Ella asegura que solo se marchó después de que ella le suplicara por su vida y le prometiera no denunciarlo.