Un simpa deja 'en pelotas' a una marisquería de A Coruña y a su cliente

La última de las cien actuaciones de un moroso tuvo una llamativa réplica por parte del hostelero afectado
Un simpa deja 'en pelotas' a una marisquería de A Coruña y a su cliente
Así se dirigió el moroso a la Policía Local

Un hombre se paseó desnudo por la plaza de María Pita en la madrugada del viernes 15 al sábado 16. Sin embargo, lo del nudismo es la primera pista que conduce a una historia si cabe más insólita que el propio paseo en sí: el protagonista del vídeo había realizado un 'simpa' en una marisquería de la calle de la Franja y, antes de intentar salirse con la suya, le instaron a demostrar que estaba 'pelado'. Lo hizo literalmente.

Este varón de mediana edad del que apenas se tiene información se ha convertido en una especie de némesis de los hosteleros, un 'villano' de cine que, ya ha perpetrado más de cien actuaciones semejantes durante el último año, o al menos esas son las que dice hacer documentado la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería. Al último local llegó con el paladar fino y no se cortó un pelo a la hora de engordar la comanda: dos raciones de empanada, un chuletón poco hecho, una caña y postre. Alargó la sobremesa hasta la hora cierre. Cuando la gerencia le pasó la factura la respuesta fue tan enigmática como premonitoria: “Que te pague el juez Taín”. Él no tenía intención alguna de hacerlo, y así lo manifestó.


Intercambio

Como quiera que el moroso se había extendido en su cena e iba a ser el último en salir por la puerta, el propietario del local no desistió en su voluntad de cobrar por los servicios prestados. Con la verja cerrada, y tras pedir insistentemente que se pagase la cuenta, fuentes de hostelería afirman que el dueño instó al personaje en cuestión a dejar claro que no tenía dinero.

 

Tras no llegar a un acuerdo, y con la cuenta por pagar, el hostelero pensó que sería justo, o al menos un merecido escarmiento, no devolver la ropa al pícaro, por lo que en plena noche de viernes y con el centro a reventar enfiló el camino de vuelta sin más cobijo que el de los calcetines. Indignado, el deudor decidió acudir a la Policía Local, y la más cercana que se encontró fue la que custodia la casa de todos los coruñeses: el Palacio Municipal. Lejos de reconocer sus actos o de reivindicar la recuperación de sus hábitos, logró que los agentes mediaran para recuperar las llaves de su casa. Aunque no tuviera dónde guardarlas.

Un simpa deja 'en pelotas' a una marisquería de A Coruña y a su cliente

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