Los campamentos de verano de Asperga ya han comenzado. Tras el éxito de los dos años anteriores, este proyecto abre su tercera edición para niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista), en la localidad de Irixoa en el corazón de la provincia coruñesa. Desde el pasado 6 de junio, jóvenes de entre trece y dieciséis años disfrutan de una gran cantidad de actividades “tanto grupales como individuales”, como kayak, escalada, hípica, senderismo o acampada.
Esta primera tanda concluyó el día 12 y a partir del 15 será el turno para los adolescentes, de entre diecisiete y veinticinco años, y que se prolongará el próximo 19.
Marisol García Penalta, directora ejecutiva de Asperga, destaca el poder que puede ejercer la naturaleza sobre los niños y jóvenes con TEA. “Favorece las relaciones entre ellos, ayuda a entrenar y mejorar en sus facultades y en las relaciones entre ellos y de cara al día a día en el mundo”. Según la propia organización, uno de cada cien personas pertenece a este grupo. “Hoy en día hay más conciencia social sobre el tema. Se detecta antes en las escuelas y cada vez son mas comunes los especialistas”.
El campamento de Asperga cuenta con nueve monitores (dos de ellos de la propia organización) que ayudan a estos jóvenes a entender y relacionarse con el mundo que los rodea. “Cada año se ha hecho en un sitio diferente, pero siempre elegimos lugares aislados, lejos del entorno urbano en el que se suelen criar los niños en la actualidad”, continúa Marisol.
El itinerario diario abarca desde las primera luces del día hasta bien entrada la noche. A las 08:00 horas se despiertan. “Tienen unos momentos para espabilarse” y van al desayuno. Como cuenta la organización, muchos de ellos se animan y ayudan a los cocineros a preparar las comidas del día.
“Son niños que normalmente son muy tímidos y que en algunos casos son muy inteligentes. Por eso encuentran atractivo hablar con nuestros monitores y con adultos en general antes que con gente de su edad. Entre ellos también se entienden y ralacionan, ya que ienen una forma de pensar similar”, concluye Marisol.
Cuando acaban de desayunar, comienza uno de los fenómenos más llamativos del campamento. Son los propios chicos de manera asamblearia los que deciden que actividades van a realizar ese día. “Por ejemplo ayer estuvieron con el tiro con arco, que era lo que les apetecía”.
El día continúa entre actividades variadas y todas al aire libre con una comida al mediodía para marcar un punto ty seguido en la jornada. Tamién han practicado hípica, donde aprender a convivir con animales y a montar en ellos.
La noche llega, pero esto no establece un final al día y los jóvenes pueden seguir disfrutando. Algunos días duermen en tiendas de campaña, al aire libre dibujando una bucólica escena mientras observan las estrellas y prenden un fuego. “Incluso los más valientes se quedan durmiendo al raso” Otros, más reticentes a la idea, prefieren refugiarse con sus compañeros en las confortables habitaciones de dos literas.