La celebración de Fin de Año en la ciudad discurrió con bastante tranquilidad y no se registraron muchos incidentes, ninguno de ellos que revistiese gravedad.
Como es habitual, los jóvenes, y otros no tan jóvenes, se echaron a las calles de la ciudad y a los locales de hostelería para dar la bienvenida al 2020 con el alcohol como uno de los elementos principales de la fiesta.
Los servicios de emergencia tuvieron que realizar menos intervenciones que en ocasiones anteriores y desde el Chuac aseguran que la noche fue “tranquila”, sobre todo hasta las cuatro o cinco de la mañana.
A partir de entonces, y con el alcohol comenzando a hacer mella en algunos de los que festejaban el nuevo año, el centro hospitalario contabilizó un incremento de la afluencia de personas principalmente aquejadas de intoxicaciones etílicas y traumatismos, pero “nada importante”. Mientras, a partir de las nueve de la mañana en el Chuac solo se contabilizó alguna “intoxicación aislada”. Durante el resto del día, casi sin incidencias, hubo que apagar la bola de La Marina por unas chispas.
Después de una noche larga se sucedieron imágenes habituales de cuando sale el sol el primer día del año. Los coruñeses hicieron cola para coger un taxi o un autobús que les ahorrase una caminata interminable, una solución imprescindible para algunos que acusaban los excesos y el cansancio de la noche.
Otros, para hacer tiempo antes de volver a casa o por petición de sus cuerpos, buscaron algo que echarse a la boca para comer. Desde el tradicional chocolate con churros hasta cualquier variedad de comida rápida, todo valía para poner fin a una noche de celebraciones y buenos propósitos. Además, y como ocurre desde hace algunos años, algunos acudieron a las fiestas que se celebran el día 1 de enero por la tarde.