Lleva una semana poniéndole ritmo al proyecto “Palabras con Corazón” que la músico cocinó para adolescentes, un encargo de la OSG dentro del programa Son Futuro, para el que Lydia Botana pensó en sustantivos que le añadieran más sentido a sus canciones, las que forman parte del disco “Vuelo”. De esta forma, instaló sus bártulos hace unos días en el Palacio de la Ópera para tocarle a los chavales y también para contarles. Hablarles de forma clara.
Las sesiones, que seguirán estos días y terminarán el sábado a las 12.00 en un último concierto abierto al público en la Sala de Cámara, parten de un cubo, donde Botana metió palabras que salen de la patata. Ellos, los estudiantes, las liberan, las leen en alto y comienza el debate: “Por ejemplo, está ‘esperanza’, que enlazo con mi tema ‘Sempre escampa’, pero antes les explico lo que es para mí y que todo en esta vida tiene solución, que la vida son dos días...”.
Lydia no está sola, en el escenario le acompañan Rubén Montes, a las percusiones, DJ Mil en los platos y Xenderal como beatboxer y cantante raggamuffin. Además, Estefi Gómez baila y La niña del arcoiris hace arte de otra manera, pintando lo que le despierta cada tema.
Licenciada en música clásica y con 14 años en el Conservatorio en la especialidad de piano y percusión, la artista coge de aquí y también de su esencia, que perdió por el camino pero pudo recuperar, al igual que todo lo que aprendió de su padre, que se fue a Londres a buscarse las castañas y versionó a Bob Dylan y The Beatles para ganarse la vida y volver y dedicarse a la música de verbena: “Yo soy el producto de toda esta fusión”.
Por eso, Bolboreta engloba lo mestizo con dancehall, reggae, ragga, funky y hasta cumbia. Todo ese potaje lo remueve para fabricar ya dos discos: “Metamorfose”, donde la mariposa se fue transformando hacia lo que quería y “Vuelo”, en el que el insecto ya tiene alas, un proyecto, el de Bolboreta, que compagina con otros como el libro disco “De aquí para alá” o cuando se marchó hace un año a Senegal a enseñar a los niños de un orfanato a cantar en gallego.
Hoy está en el Palacio de la Ópera para servirles a los alumnos de Secundaria lenguaje positivo, en inglés, castellano o gallego y del bombo de los términos sale “sororidad”. Entonces, Lydia pide en alto igualdad para las mujeres, que es cómo define la RAE al feminismo. Quizá porque más allá de la música, está el grito reivindicativo. Y Lydia no tiene pensado dejar de adosar al ritmo un mensaje a favor de lo que es humano y late.