A pesar de que María Teresa Campos salía del hospital el pasado miércoles mostrando su mejor sonrisa y aparentemente recuperada, todavía tiene por delante un largo proceso de rehabilitación tras sufrir una isquemia cerebral que le ha afectado al nervio óptico, por lo que ha visto perjudicada su visión.
Desde que la presentadora abandonase las instalaciones de la Fundación Jiménez Díaz ha permanecido recluida en su casa de Madrid, a pesar del deseo de su hija Carmen Borrego de llevársela a Málaga, siguiendo los consejos de los médicos. Evitando una peligrosa subida de tensión el entorno de María Teresa ha reducido las visitas, permitiéndole descansar y recuperarse en la compañía de su círculo más reducido: sus dos hijas y Rocío Carrasco.
Tanto Terelu como Carmen Borrego permanecen al lado de su madre desde que recibieron el gran susto y aunque realmente quien cuida a Teresa son las chicas de servicio internas en su casa, sus hijas la han visitado durante todos los días, acompañadas de Rocío Carrasco y Fidel Albiac, que no se han separado de las Campos en ningún momento, demostrando así la fuerza de su relación que en varias ocasiones ha sido cuestionada.
Para ejercitar el nervio óptico y recuperar la visión perdida María Teresa tiene que realizar una serie de ejercicios que consisten en seguir un punto que forma un cuadro durante más de 60 veces al día, en lo que le están ayudando sus hijas. A pesar del disgusto, la presentadora se encuentra agradecida por las constantes muestras de cariño, siendo buen ejemplo de ellas las flores que no paran de llegar a su casa mientras su estado de salud progresa favorablemente.