Qué razón tenía el entrenador del Tuilla cuando dijo: “los filiales son peligrosos en las promociones porque suelen acabar la temporada mejor que el resto de equipos”. Si en la primera eliminatoria (la de campeones) el Las Palmas Atlético envió al conjunto asturiano a la ‘repesca’; en la segunda, la que empezó ayer en Abegondo, el Fabril pasó por encima de un campeón asturiano sin trazas de campeón. El filial del Deportivo dominó de principio a fin, ganó y generó ocasiones para dejar la eliminatoria sentenciada. El 2-0 deja abierta la puerta de la esperanza a un Tuilla que se aferra al factor campo para la remontada.
Del segundo catalán al primero asturiano. Del Cornellà al Tuilla. La primera visual, justo antes del pitido inicial, presentaba un partido con una desventaja física considerable para el Fabril. La presencia física del campeón asturiano es, cuanto menos, imponente. Una vez más, los centrales blanquiazules deberían lidiar con un delantero (Jony) de más envergadura que la suya. Sin problema: Insua y Uxío se encargaron de anularlo. El Tuilla es agresivo, no le importa cometer faltas y, además, se apoyó en la permisividad del árbitro para echar más leña al fuego. El Fabril, con la más que reciente experiencia de la eliminatoria contra el Cornellà, no se sintió intimidado. Todo lo contrario, ofreció una versión mejorada en fase de ascenso.
Ayer, el equipo de José Luis Devesa no permitió que su adversario se entrometiese en su idea de juego. Si ante el Cornellà se le atragantaron las (dos) primeras partes, contra el Tuilla el Fabril marcó territorio desde el primer minuto. Frente al repliegue intensivo del rival, el Fabril no se mostró estéril y manejó alternativas con las que desarticular el planteamiento asturiano ultradefensivo.
Como los mediocentros del Fabril (Sidibé y Adrián) estaban vigilados, Insua asumió el papel de organizador adelantando una línea en tareas ofensivas. Así se aproximó el Fabril al área rival en el primer cuarto de hora. Con eso podría no bastar para marcar y ante esquemas defensivos tan herméticos es necesario que emerja un jugador con magia. Un futbolista que trace el último pase que solo él puede ver, que le enseñe la bola al contrario y se la esconda sin que se dé cuenta, que provoque esa falta cerca del área, que reciba el balón en cualquier parte del campo y lo mime hasta encontrar la solución adecuada. Ayer, ese jugador, el de la magia, fue Romay.
Con Víctor tirado a la izquierda, Lemos a la derecha y Luis en el centro, Romay se sintió más cómodo que nunca por detrás de los tres delanteros y escoltado por Adrián y Sidibé, una vez más impecables en el trabajo defensivo y eficaces en ataque para transportar el balón cuanto antes a los ‘desequilibrantes’ del Fabril.
Ni un cuarto de hora transcurrió para que el Fabril pudiese estar en ventaja en el marcador. Pase interior de Romay a Víctor (en el borde del área), este a Luis y, tras regatear al portero, un poco escorado, remate con la izquierda. Ginés, capitán del Tuilla, salvó el 1-0 sobre la línea.
El Fabril llevaba el peso, dominaba, jugaba en campo contrario, entraba por las dos bandas. Solo faltaba el gol. El Tuilla, cero en ataque. El primer tiro, a la media hora, una falta directa que ejecutó Esteban. Fuera, a la izquierda de Marc. Poco más en el primer tiempo: un córner y una falta lateral. Solo el balón parado podía darle un disgusto al filial blanquiazul, que se fue al descanso sin ventaja.
Parecía imposible mejorar lo de la primera parte, al menos en cuanto a juego, pero el Fabril, al igual que frente al Cornellà, salió con un plus tras la reanudación. Tardó cinco minutos en manifestarlo de la forma más bonita, con un gol. Pase, o debería decir obra de arte de 50 metros, de Romay a Lemos, que recibió a la espalda de Esteban.Control sutil cerca del borde del área y vaselina tan precisa como efectiva ante la salida de Vilches. Por fin, 1-0.
Contra las cuerdas, el Tuilla jugó a merced de un Fabril que dio otro golpe encima de la mesa cinco minutos después del primer gol. Víctor recibió en el pico del área, en su zona natural, en la izquierda, para conducir el balón hacia dentro. Buscó el hueco para disparar y no dudó con la menos buena, la derecha. El cuero entró raso pegado al palo izquierdo del marco de Vilches.
En la última media hora, los juveniles Bicho y Dani Iglesias le dieron ideas y oxígeno, respectivamente, a un equipo que pudo sentenciar la eliminatoria. Romay, Luis y Vela disfrutaron de ocasiones claras. El Tuilla solo tuvo una de Matías en el uno contra uno con Marc, atento y concentrado pese a no tener que intervenir prácticamente nada en un partido en el que el Fabril leyó la cartilla.