Más vegetales y menos procesados. Esto es en lo que insiste Laura Regueiro, nutricionista de la escuela de obesidad del Chuac a la hora de hablarnos de una dieta equilibrada y sana. Esta área del hospital nació hace más de 20 años con el fin de ayudar a pacientes con obesidad y ayudarles en la pérdida de peso.
La mayoría de pacientes acuden a través de las consultas de Endocrinología de donde son remitidos por medio de una hoja de consulta a la Escuela de Obesidad. “Sin embargo, hay otras especialidades que están mandando también pacientes, incluso desde Atención Primaria”, añade Regueiro.
Las dinámicas ejercidas en esta actividad son grupales “y cada vez hay más pacientes”, por lo que las sesiones cada vez son más frecuentes. Los grupos suelen constar de 28 personas, pero la nutricionista dice que lo más aconsejable sería que como mucho fuesen de cinco, pero es algo inviable. En los últimos años, la tendencia ha ido creciendo, si en 2016 y 2017 los pacientes rondaban los 350 en cada año, la tendencia creció exponencialmente hasta la actualidad. El año pasado, 490 pacientes acudieron a la consulta, mientras que en los cuatro meses que van de 2019, acudieron ya a la escuela de obesidad 392. Sin embargo, comenta, “de las personas que se citan acuden finalmente un 60% a la escuela”.
“Una dieta más”
Muchas personas que acuden a las clases piensan que se encontrarán con “una dieta más”, sin embargo, están totalmente equivocados, “se les insiste en el cambio de hábitos, en aprender de otra forma de elegir la comida, proporcionar el plato y a cocinar”. Al final, a muchos pacientes, en palabras de Regueiro, se les “hace corto” debido a que en los cuatro meses que duran las sesiones “comienzan a instaurarse las buenas costumbres”, pero “sin apoyo posterior, se pierden en el camino”.
En la primera de ellas analizan las patologías asociadas a la obesidad y la dieta inicial que habría que definir y adaptar a los gustos del paciente. Al mismo tiempo, se ven las causas que producen ese exceso de peso y algunos consejos para combatirlo. Al mes siguiente se habla de los grupos de alimentos y cuáles son los más adecuados dentro de cada uno, tanto a nivel calórico como saludable. Así como el tamaño de raciones, para que se den cuenta de si su plato es excesivo y de qué manera reducirlo o viceversa.
Las recetas saludables llegan en la tercera jornada. Muchas veces se piensa que una dieta para ser sana no puede ser sabrosa y entonces se convierte en algo monótono y hace que no se mantenga a largo plazo. “La idea es cocinar de forma saludable, pero sin que sea una cocina de baja calidad”, apunta.
El etiquetado nutricional llega en la última clase. “Muchos pacientes vienen con la idea de que compran productos sin azúcar o light y con eso piensan que ya se hace todo”, informa Regueiro. Para esto les explican la manera de leer las etiquetas de los productos y en qué deben fijarse para hacer compras más responsables y saludables, sin fiarse tanto de la publicidad. “No por ser 0% en grasa no va a estar cargado de azúcar”, ejemplifica.
Modificaciones básicas
Los recomendaciones básicas que se deben aplicar a la dieta para que sea rica y saludable se basan en que la mitad de la alimentación diaria esté basada en vegetales -tanto frutas, como verduras y hortalizas-, al mismo tiempo que se debe disminuir la ingesta de procesados y refrescos. A esto se suma que, como tendencia, se suele realizar un consumo excesivo de carne, dejando a un lado los huevos y legumbres, una fuente que también es proteica y que se puede alternar con el primer producto citado.
Al mismo tiempo, se debe tener en cuenta, según Regueiro, que “es un mito lo de las cinco comidas diarias”, al igual que lo de las 1.200 calorías –se trata de una dieta “justita”–. Hay que individualizar para cada paciente, pero lo que sí se recomienda es que la comida y cena sean adecuadas y por la mañana, sea la hora que sea, ingerir algo.
A todo esto se debe añadir el ejercicio, “es fundamental”. Comenta la especialista que “aunque al principio sientan malestar” el cuerpo lo agradecerá.
Educación y dietas milagro
Laura Regueiro asegura que sería “fundamental que en los colegios se implantasen y estudiasen los hábitos saludables”. Así, una persona podría hacer elecciones más responsables a lo largo de su vida. “Algunos niños ya han consumido más azúcar que sus propios abuelos a lo largo de toda una vida”, puntualiza. Gracias a esta educación se evitaría caer en las llamadas “dietas milagro”, en las cuales “se busca el efecto rápido y fácil que no suponga esfuerzos”. Regueiro incide en que los pacientes “no relacionan alimentación con salud hasta que se ven con patologías ya instauradas y, en muchos casos, difíciles de revertir”. Además indica que esto produce adaptaciones, cuantas más dietas haya hecho un paciente en su vida, más difícil le será después perder peso”