Casi trescientas hectáreas quedaron reducidas por el fuego entre Saiar y Castroagudín. Todavía es pronto para hacer balance, pero buena parte de lo quemado había sido regenerado tras los incendios de hace diez años. “Hai moitos cartos alí enterrados”, aseguraba señalando al monte el presidente de la Comunidad de Montes de Cea, Julián Abuín.
La Consellería de Medio Rural dio por desactivada a las once de la mañana la situación dos, es decir, el riesgo para la población, en el incendio entre Caldas y Vilagarcía. Atrás quedaban largas horas de lucha contra las llamas, aunque las brigadas continuaron en la zona durante toda la mañana con labores de enfriamiento.
Hasta allí se desplazó el alcalde, Alberto Varela. El regidor pasó de la plaza de Castroagudín al polígono de O Pousadoiro y después a Abelle, en Rubiáns, a donde el viento hizo saltar el fuego a las cuatro de la madrugada. Con visibles signos de cansancio, Varela, lanzó un mensaje a la administración autonómica. “A Xunta ten que facer a súa labor. Está ben invertir en brigadas de extinción pero se o mantemento, a limpeza e a vixiancia non se fai de forma axeitada os montes convírtense nun polvorín”, aseguró Varela, que agradeció y felicitó a los efectivos de extinción por su labor así como a los vecinos por el apoyo. También el portavoz de Esquerda Unida, Suso López, criticó las políticas de la Xunta en materia de incendios.
El presidente de los comuneros considera, sin embargo, que el avance del fuego podría haberse detenido. “O que está no lume ten que meterse no lume”, asegura Abuín, que critica las labores de extinción y los cortafuegos. “Así lles escapa despois. Coa presión do lume marchan follas e préndese máis adiante”, apunta el comunero, que echó en falta también medios más potentes.
Una opinión que caso expresó a título personal. Otros vecinos y los responsables políticos alabaron la labor de los efectivos, que todavía seguían en la zona a primera hora de la tarde.
Poco después, dos nuevos incendios hicieron saltar las alarmas pese a que afectaron a poca superficie. El primero surgió a las cuatro de la tarde en Meaño y hasta allí se desplazaron los bomberos de Ribadumia. Las llamas cercaron las viviendas y de nuevo se vivieron momentos de incertidumbre aunque los efectivos se hicieron con el control rápidamente y a las siete de la tarde ya estaban con las labores de enfriamiento. Finalmente fueron sobre cien metros de superficie los que ardieron en este municipio. En Sobradelo se vivieron momentos de tensión al acercarse el fuego a unos cien metros de las casas. El incendio comenzó en una finca en A Xesteira y el viento acabó extendiéndolo hasta la iglesia de la parroquia. La intensa humareda provocó la alarma de los vecinos y obligó a evacuar a unos caballos.