“Los dos ayudábamos a los niños. Los reprimíamos, no se les pegaba”, asegura la madre

“Los dos ayudábamos a los niños. Los reprimíamos, no se les pegaba”, asegura la madre
la madre, junto a su abogado y su hijo mayor javier alborã©s

Los argumentos de Mar Longueira, la madre de los mellizos, apenas han variado desde que se personó como acusación particular contra su expareja hasta su declaración de ayer como acusada. La mujer, que se enfrenta a 11 años de prisión, mantiene que, pese a su carácter especial y a veces conflictivo, los niños nunca recibieron un insulto o un golpe, ni por su parte, ni, hasta donde ella sabe, por parte del hombre que acabaría asesinándolos.

“Él me ayudaba bastante (...) Los dos ayudábamos a los niños. Los reprimíamos, pero no se les pegaba”, afirmó, al ser preguntada acerca de quién era la persona que se encargaba de la educación de los mellizos. En otro momento del interrogatorio, reafirmó esta posición, al declarar: “Él lo que quería era educarlos”.

La Fiscalía concuerda en que el autor confeso del crimen era quien había asumido la instrucción de los menores, y en su escrito de acusación sostiene que en esa tarea les imponía por la fuerza “sus ideas extremas de orden y disciplina”.

Pero, frente a sus primeras declaraciones policiales, en las que la madre llegó a acusar a su excompañero de haber golpeado a sus hijos, ayer lo defendió: “No hubo chaparretas ni collejas delante de mí (...) Si aquel día lo dije, es porque no estaba para nadie. Tenía rabia, estaba mal; habían matado a mis hijos, y es mucho dolor para una madre que le maten a los hijos de la manera en que él los mató ”.

 

incidentes

Si Longueira pasó de ser acusación a acusada es por los indicios de la jueza instructora y la fiscal de que no solo conocía el trato vejatorio que su novio dispensaba a los niños, sino que también, ella misma, les pegaba, insultaba y amenazaba. A esta convicción se llegó, entre otras pruebas, a través de los testimonios de varias mujeres cercanas a la progenitora, que dijeron haber conocido de su boca o presenciado varios episodios violentos.

Sobre algunos de ellos fueron cuestionados ayer los acusados. Como el ocurrido unos meses antes del crimen en un trayecto en coche de la familia junto a una amiga a un centro comercial. De las preguntas formuladas ayer se extrae que la testigo dijo haber visto a Estrada pegar a los niños , a raíz de una avería en su vehículo. “Es mentira. No les tocó. Ellos estaban a patada limpia con los asientos, y les riñó”, opuso ayer la acusada.

De “mentira” tildó también la agresión a la que se refiere otra conocida, que asegura haber visto cómo el joven levantó por una oreja a uno de los mellizos en un parque, o los golpes que recibió el niño a manos del acusado durante otra discusión en un supermercado.

Y “mentira” son también para la madre las declaraciones de los miembros del equipo directivo del colegio de sus hijos, que en instrucción relataron un incidente violento vivido por ellos y protagonizado por el asesino confeso, durante un encuentro en el que el hombre “irrumpió” en un despacho gritando que los niños eran unos “salvajes”.

De igual modo niega la acusada haber recibido consejos de la psicóloga de los niños para que no los dejara solos con el acusado, o del colegio, donde le pidieron que “no permitiera” los malos tratos, o incluso de una amiga, que afirma haberle recomendado que dejara a Estrada porque “no le gustaba cómo trataba a los niños”.

En la versión aportada ayer por Longueira, ni una sola de esas personas la advirtieron del comportamiento de su entonces pareja, como tampoco lo hicieron los vecinos que ahora dicen haber oído gritos y discusiones o haber visto a los niños “abandonados”, solos, en casa.

“Los dos ayudábamos a los niños. Los reprimíamos, no se les pegaba”, asegura la madre

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