El Pablo Carbonell humorista coge una guitarra y se lanza a cantar en “Canciones de cerca”, un trabajo con el que recorre España “llevando risas”. Teatral, ingenioso y por momentos surrealista, el espectáculo con el que el artista gaditano se presenta a las nueve de esta noche en la sala Mardi Gras mantiene el toque satírico de su primera etapa como músico. Aunque ahora cargando con su leyenda, bromea.
¿Qué se van a encontrar quienes vayan esta noche a la sala Mardi Gras?
Ya sabemos que esta sala tiene un servicio de camareros estupendo, unos porteros amabilísimos, unas butacas comodísimas, una exquisita barra y después en el escenario estaremos mi primo Eloy y yo desgranando canciones en tono de comedia.
¿Nos hace falta reír más?
Desde luego. Hace mucha falta y ese es el principal motivo por el cual me encuentro ahora mismo en la carretera llevando risas por las ciudades de España, para ver si gracias al optimismo sacamos esto adelante.
¿Hay algo con lo que no se pueda hacer humor?
Seguramente, no. Hay cosas que yo respeto, aunque todavía no he encontrado ninguna.
¿Es cierta esa idea de que los cómicos son los nuevos líderes de opinión?
No, es al revés; son los políticos los que se han vuelto cómicos. Ellos también han comprendido que el pueblo tiene que reírse y tenemos notables ejemplos últimamente. No es necesario decir nombres. Nos van a terminar quitando el trabajo.
En su caso, tiene trabajo tanto de cantante como de actor. ¿Es más uno que otro?
Soy un actor que canta. Intento que todas mis canciones se conviertan en un número circense o teatral; creo que voy en la senda de Raphael.
Como objetivo no es poco, dada su trayectoria.
Lo que pasa es que él me lleva muchos kilómetros de ventaja. Creo que es posiblemente el tipo más punki que hay ahora mismo en el panorama musical español. Es el romanticismo elevado al delirio. Yo no he visto una cosa más punki y eso que he visto a Johnny Rotten. No sé cómo todavía los Siniestro Total no se lo han llevado de cantante.
¿Con Los Toreros Muertos ya buscaba esta teatralidad?
Siempre hemos tenido una tendencia payasa Los Toreros Muertos. Raphael no, es un exaltado, un niño que crea una fantasía a su alrededor y vive una magia especial. Nosotros éramos bastante más fantásticos, pero también nos gustaba el juego teatral; algo similar a lo que hacía Frank Zappa y los Talking Heads.
¿Cuando se sube al escenario tiene la sensación de la gente le recuerda de esa época?
Yo intento que mi pasado deje de salpicarme, pero uno va por el mundo con su leyenda y es lo que hay. Hay gente que viene a los conciertos porque me ha visto en “Hospital Central”; muchos niños que acuden con sus papás no conocieron “La Bola de cristal”. Hay gente que viene por el “Caiga quien caiga”. Uno va pegado a su leyenda y qué va a hacer si se convierte en un histórico. No lo puedo evitar. Son gajes del oficio.
En “Hospital Central” tenía que dar una imagen más seria de la que se suele ver de usted.
Sí, pero tenía que buscar una pedrada en el personaje. La mayoría de los médicos, y sobre todo los cirujanos, tienen algo de psicópatas. Son personas que están absolutamente abstraídas en su profesión hasta que de repente tienen que ponerse en acción y rajar a una persona. Son gente que está muy cerca del despiste, que era una de las cosas con las que me gustaba jugar. Estaba el tipo como en otro planeta. Fue un trabajo muy serio; de hecho fui a varias intervenciones quirúrgicas para ver si yo era capaz de ver cómo se rajaba a una persona. Y sí, sin ningún problema.
¿Se ha acompañado muy bien en el disco?
Es un disco que he podido hacer en mis escasos ratos libres, durante dos años. Lo hemos grabado casi siempre de noche, utilizando a los artistas que actuaban en el chiringuito La Gata en Zahara. Cerrábamos el chiringuito y con las mismas nos íbamos al estudio de mi primo, que es también el dueño del chiringuito. Todo quedaba en casa.
¿Y eso se nota en el resultado?
Sí, las grabaciones de Lichis y de Raimundo están cargadas de nocturnidad. Igual que las de Los Delincuentes. Nocturnidad y alevosía.
¿Ha tirado de amigos, entonces?
Ha sido un poco así. Y todo el mundo ha querido colaborar, posiblemente por eso de mi leyenda y también porque tratábamos bien a la gente.
¿Con qué ánimo tiene que ir el público a verle?
Van a ver un concierto y todo lo que pase después va añadido. Que no se hagan muchas expectativas, de todas formas. n