En los barrios, los vecinos llevan meses reviviendo escenas que les remontan a los años 80, donde cualquier rincón poco iluminado y apartado, era carne de los que cayeron en la heroína para pincharse.
En Os Castros se plantean un debate político sobre el tema y un ciclo de cine que conciencie del riesgo a los que no fueron testigos de aquellos cuerpos gastados que se arrastraban por la calle.
Porque es necesario detener esta tendencia, el presidente vecinal de Oza Gaiteira Os Castros, Paulo Sexto, advierte del repunte desde hace año y medio, algo que salta a la vista: “Hay de todas las edades”.
En el Barrio de las Flores, que fue uno de los puntos negros de la drogadicción hace 30 años, encuentran jeringuillas constantemente. Llaman al 010 alertando de esto porque tal y como está diseñado, los soportales son muy apetitosos para los que buscan lugares en los que no les vean. Los residentes comentan que eso unido a una asociación de drogodependientes instalada en el distrito hace que estos pasen el día en las inmediaciones de la entidad, “comen en verano en el campo y a las siete de la mañana cuando aún es de noche ya están”. Señalan que a veces montan follón y para los vecinos, este no es el sitio indicado porque son muchos los niños que crecen entre Rosas y Tulipanes y en ocasiones, “impiden el paso al supermercado. Además, los pisos son de planta baja con las ventanas a pie de acera”. Aunque hay gente joven, la mayoría de los que cayeron en la droga “son yonkis de antes que se volvieron a enganchar”.
En O Castrillón, las chabolas de Casanova de Eirís provocan dolores de cabeza a los que tienen su morada alrededor porque la actividad no se detiene y la policía no hace nada para impedirlo, según los vecinos: “Lo hemos denunciado muchas veces”. Uno de los afectados comenta que hace tan solo unos día contabilizó a siete personas yendo y viniendo, supuestamente trapicheando con sustancias, “hasta una chica salió corriendo”. El testigo indica que primero llamó a la Policía Local, que le derivaron a la Nacional sin que apareciera nadie y “a esas horas se cruzan con los niños y sus abuelos”.
En As Conchiñas comentan que también aumentaron los drogadictos. El presidente de la asociación de vecinos, Ricardo Seixo, afirma que le vienen vecinos a comentar que se ven en la calle de Alcalde Lens: “Sempre houbo un grupo vinculado coa droga, que se cambiou de lugar cando se reformou a praza”. Tras la rehabilitación de esta, se fueron cambiando de sitio para instalarse en la calle de Corcubión en confluencia con A Gramela, pero según el responsable, desconoce dónde están en la actualidad. En O Ventorillo, José Ángel Souto, no ve este incremento, pero en parte cree que es porque hay más vigilancia en la plaza de Salvador de Madariaga, “identifican a más gente, a jóvenes posibles consumidores”. En otro de los barrios donde más se sufrió el problema, Elviña, tienen en la plaza del escultor Mon Vasco un punto conflictivo. Al parecer, entran y salen coches incluso durante el día presuntamente para trapichear.