El asturiano Pedro Menéndez de Avilés fundó en 1565 en Florida la ciudad de San Agustín, el primer asentamiento europeo que permanece en lo que hoy es territorio de Estados Unidos. Ahora, cuatro siglos y medio después, la población conmemoró la efeméride y recibió en días pasados a los reyes de España. La expedición coruñesa de Esteban Gómez en 1524 había recorrido antes que nadie las costas entre Terranova y Florida, toda la costa este del citado país, en donde el español Ayllon funda en 1526 una población que no prosperó. Hechos tampoco bien conocidos ni recordados en toda su dimensión histórica.
Pero el ilustre marino de Avilés ahora de actualidad no fue ajeno a nuestra región, por los mares del Finisterre patrulló limpiando las costas de corsarios y piratas. Un hecho sucedido enfrente al cabo Finisterre le dio ocasión a Pedro Menéndez para demostrar su talante, realizar su primer gran hazaña.
fructífera carrera
A los 19 años, en 1538, armó un barco con cincuenta hombres y con él capturó dos navíos franceses en las costas gallegas. Se casó con Ana María de Solís, pero siguió navegando, limpiando nuestras aguas de piratas. Como contábamos, un hecho en la Costa da Morte le dará un lugar de honor entre nuestros marinos, pero solo es el inicio de una fructífera carrera.
En 1544 una escuadra francesa mandada por Jean Alphonse de Saintoge captura en Finisterre 18 naves vizcaínas. Menéndez de Avilés le persigue hasta el puerto francés de La Rochela, donde se ha refugiado, recupera cinco de las naves, aborda la capitana y personalmente da muerte a Jean Alphonse de Saintoge. A pesar de las fuerzas francesas y los fuertes del puerto de La Rochela, Pedro Menéndez de Avilés logra salir de allí con sus presas. El emperador Carlos V le autoriza a continuar con sus acciones contra los franceses, de forma que el marino asturiano es el principal responsable de que finalicen las correrías francesas por las costas gallegas y asturianas. Luchará en los más duros escenarios de Europa con los tercios imperiales o en la Armada, pero en Cuba y Florida proseguirá su actividad convertido en capitán general y gobernador.
Nació el marino en la villa portuaria de Avilés (Asturias) el 15 de febrero de 1519; de familia hidalga, hijo segundón, no heredó bienes de fortuna. También fueron marinos sus hermanos mayores Álvar Sánchez de Avilés y Bartolomé Menéndez de Avilés. A los ocho o nueve años escapó de casa, a raíz del segundo matrimonio de su madre. Desde entonces se dedicó a oficios relacionados con la mar, y a los catorce enrola de grumete de un barco de guerra en algún puerto del Cantábrico, iniciando una travesía vital que lo lleva a alcanzar el máximo grado de la mayor y mejor Armada de su tiempo en una vida plena de actos heroicos. Iniciaba así su carrera militar dedicado a perseguir a los piratas y corsarios que actuaban por nuestro mar contra la flota española, pero también tendrá una parte importante en la mejora del galeón como barco de guerra y en formar la estructura de las flotas de Indias. La vida de casado no le retuvo en su casa. Esta cita que vincula al marino con la Costa da Morte es una nota más para reivindicar el puesto de honor en la historia naval de nuestra comarca. Finisterre aparece así unido a otros episodios de relieve mundial.
El 18 de enero de 1509, la flota portuguesa al mando de Duarte Pacheco Pereira hundió un barco y apresó los tres restantes del corsario francés Pierre de Mondragon, quien murió en la lucha. En 1747, durante la Guerra de Sucesión Austríaca sucedieron dos combates. 14 de mayo, primera batalla del Cabo de Finisterre, en la que resultó victoriosa la flota británica al mando del almirante George Anson. El 25 de octubre, segunda batalla del Cabo de Finisterre, victoria decisiva de la flota británica al mando del almirante Edward Hawke.
En 1805, durante las guerras napoleónicas, un 22 de julio, tuvo lugar la tercera batalla del Cabo de Finisterre, entre la flota británica al mando de Robert Calder y la flota franco-española al mando de Silvestre de Villeneuve. Otros hechos suponen ya un conocido capítulo de nuestra historia, los naufragios de barcos de guerra como el Captain, Blas de Lezo, Cisneros, Ariete. El desastre de la flota de Padilla de 1596. Pero también debemos citar la importancia de nuestros cabos durante la guerra submarina en las dos grandes guerras mundiales del siglo pasado.