La “resurrección” de Luis Bárcenas, senador y tesorero que fue del PP, condenado a veintinueve años de prisión por diversos delitos, está suministrando algunos de los titulares de portada y apertura de los telediarios.
Nada de lo que ha puesto en conocimiento el escrito que Bárcenas ha remitido a la Fiscalía entraña otra novedad que devolvernos a un pasado que ya fue juzgado políticamente en aquella moción de censura que bajo la acusación -sin pruebas- de corrupción tumbó a Mariano Rajoy aupando a Pedro Sánchez hasta la Presidencia del Gobierno.
El caso, pues, en términos políticos está amortizado. Lo que no es óbice para que el PSOE recicle sus argumentarios de hace algunos años para disparar contra el PP de nuestros días a sabiendas de que en la dirección actual del partido de los populares ninguno de sus miembros aparece en los famosos y tan traídos “papeles de Bárcenas”.
Es juego político. Similar, por cierto, al que también ha practicado el PP en el caso de los ERES de Andalucía sabiendo, también, quedurante la incubación y desarrollo de la millonaria trama fraudulenta de ayudas tolerada por la Junta de Andalucía, Pedro Sánchez ni estaba ni se le esperaba en la dirección del PSOE. Situación semejante a la Pablo Casado cuando -de creer la última versión de Bárcenas- los altos cargos populares cuando él era el tesorero del partido recibían sobresueldos. Dinero opaco a los ojos de Hacienda. En un sistema judicial garantista como lo es el español, la verdad última también en este caso será la verdad judicial.
La otra, la que nace de las apariencias o conjeturas, es la verdad política y sobre ésa ,se puede imaginar el lector que la cosa irá por barrios. Tengo para mí que al día de la fecha, las acusaciones de Bárcenas al PP le causan más incomodidad que perjuicio porque ,como digo, esta historia está políticamente amortizada. Otra cosa es que sea susceptible de conversión en argumento descalificatorio del adversario e incluso un elemento para en el caso del Gobierno intentar contrarrestar las críticas que están recibiendo por haber hurtado al Parlamento el informe del Consejo de Estado sobre cómo gestionar los fondos procedentes de Bruselas para hacer frente al desastre económico que apareja la pandemia. La cosa no irá más allá, a no ser que la dirección del PP sobreactúe equivocando la manera de presentar ante la opinión pública hechos del pasado rechazables que no conciernen a la actual cúpula pero que forman parte de la historia del partido.