Fue el 7 de septiembre de 1937 navegando a unas seis millas de la costa argelina cuando las serviolas del “Baleares” avistan por las amuras de babor una formación de cuatro vapores a los que escoltaban dos cruceros y siete destructores, convoy que procedía de Argel con un cargamento importante de material de guerra.
Sin importarle la superioridad enemiga, el “Baleares” maniobra con miras a batir los cruceros y a impedir el arribo del convoy a puerto. El “Baleares” rompe el fuego, recibiendo el primer impacto de su enemigo, que deja sin corriente unos minutos las torres de proa y las direcciones de tiro, y luego otro en la cara de la chimenea, penetrando los cascotes en la caja de urgencia de babor.