Reconozco –y no me avergüenza en absoluto– que no me gusta el deporte. Ni practicarlo, ni verlo. Y además hay uno que no me gusta nada de nada: el baloncesto. Lo siento pero no me llama la atención, ni en la cancha ni en la pantalla. Por eso nunca imaginé que le dedicaría esta columna a un jugador de baloncesto. Pero Pau Gasol se la merece. Yo no sé usted pero a veces una se pone en guardia ante determinados discursos pro igualdad, ante tanta declaración de intenciones, ante tanto subirse al carro cuando este ya lleva andando un buen rato, en definitiva, para usar terminología de moda, una se cansa de tanto “postureo”.
Por ello cuando leí parte de la carta que Pau Gasol publicó en The Players Tribune para recomendar que Becky Hammon (ex baloncestista) se convierta en la primera entrenadora en la NBA, no dudé ni un minuto en que su ejemplo merece este humilde reconocimiento.
En sus 72 años de historia nunca una mujer ha llegado a ser entrenadora en la NBA. Hace unas semanas surgió la polémica. Algunos medios americanos se preguntaban si una mujer podría entrenar a un equipo en esta la liga de las estrellas. Pau Gasol no dudó en tomar posición. En una emotiva carta recordó a sus padres “Mi padre era enfermero y mi madre era doctora. La gente pensaba que mi padre era el doctor y mi madre la enfermera. Y yo, a mis 37 años, puedo decir honestamente que nunca pensé en mi madre como una doctora mujer”.
Pero además de emoción, el jugador también adelanta argumentos para la defensa de Hammon: “Es una jugadora consumada, con una mente de base privilegiada para el baloncesto. No hay prácticamente diferencias en esta liga entre tener un head coach hombre o mujer”. Su carta va aún más lejos y se convierte en un auténtico alegato por la igualdad de oportunidades. Gasol habla de una sociedad que avanza hacia la igualdad de género para un mundo más inclusivo y se pregunta si hay personas que pretenden que los deportes sean una excepción. “Espero que no”, remata.
No es habitual ver a un deportista de élite articular un discurso tan comprometido. Hace cuatro años el tenis profesional nos dejó un amargo sabor de boca con la polémica sobre la capitana española de la Copa Davis. Uno de los argumento de los tenistas varones era que una mujer no podría entrar en el vestuario. También es el argumento utilizado por los detractores en la NBA. A ellos también ha respondido Gasol de forma tajante: “los entrenadores no comparten el espacio con los jugadores cuando se cambian. Eso es simplemente ridículo”.
Ojalá el deporte, las artes, la política, las universidades, los colegios profesionales, los medios de comunicación, las instituciones del Estado y las empresas privadas contasen con miles de Pau que se comprometieran con esta contundencia y no miraran a un lado cuando a una mujer se le cierran las puertas. Eso sí sería un avance de gigantes…
Por ahora, gracias, Gasol, por el ejemplo.