Cada vez son más los expertos que alertan sobre los daños colaterales del coronavirus. Se trata de problemas sobre todo psicológicos que hasta ya han sido bautizados como “fatiga pandémica”. Según los que saben de esto, afecta sobre todo a los jóvenes, pero no solo a ellos y, como uno de sus síntomas, se señala el incremento de los casos de violencia entre padres e hijos durante todo el tiempo que dura esta enfermedad. Tal vez el problema es que en este país no estamos acostumbrados a convivir. Una cosa es que habitemos bajo el mismo techo y, otra muy distinta, que eso signifique que existe convivencia. Los confinamientos, el teletrabajo y las clases telemáticas han terminado por limitar nuestra vida a las paredes de nuestra casa y, al final, eso ha terminado por convertirse en un detonante de conflictos. Los españoles estamos acostumbrados a vivir en las calles, a socializar en los bares, a terminar la jornada laboral con unas cañas y a juntarnos al salir de clase, algo que la enfermedad nos ha robado y que añoramos recuperar.