otro trallazo anímico. Muere a los 75 años José María Iñigo y puñeteras casualidades de la “muerte”...en vísperas del Festival de Eurovisión del que conocía todas sus “maniobras”, junto a otro “especialista eurovisivo”, José Luis Urribarri, por haberlas vivido de cerca desde los años 70. José María , el de la radio musical, tenía 15 años cuando hizo sus primeros pinitos radiofónicos colaborando en Radio Bilbao hasta que su capacidad de locución lo llevo a la Cadena Cope.
De ahí, se busco la vida en Londres, donde se cocían las últimas tendencias del pop y el rock, en los años 60 y allí, además de ejercer como colaborador de la cadena SER, trabajó en la BBC de Londres para conocer a fondo el excitante panorama musical cuando aún no había cumplido veinte años.
Regreso a Madrid con el bagaje de lo aprendido del que empezó a dar muestras en los programas El Musiquero, El Gran Musical y Los 40 Principales, que en 1966 con la llegada de la Frecuencia Modulada, la FM, puso en marcha otro grande de la radio musical Rafael Revert, que por entonces también colaboraba en la prestigiosa revista de música internacional “Bilboard”, que “puso patas arriba” los escasos programas musicales
de la Onda Media, modernizando el contenido, dando protagonismo a un equipo de jóvenes locutores que defendían con entusiasmo, avalado por sus criterios musicales, los discos que les gustaban. En ese equipo inicial, entro José María Iñigo y pronto se convirtió, en un respetado –en ocasiones “temido”– profesional gracias a su personalidad vanguardista adquirida en su estancia londinense y poco condescendiente con los colegueos discográficos del panorama musical español de entonces.
Una personalidad, que lucía con “bohemio mostachón”, agasajada con premios y distinciones de las que era merecedor en su caminar por la radio, la prensa y la televisión, que elevaron su carisma y profesionalidad hacía altas cotas de popularidad. Teníamos la misma edad y la misma pasión por la música. Fueron varias las ocasiones en las que compartí con él charlas, delante y detrás de los micrófonos y las cámaras. De ellas trazo el perfil del recuerdo reavivado por la muerte de quién hoy es considerado, con todo merecimiento, una leyenda de la comunicación