Hasta ahora se creía que si por algo destacaba España era por el número de bares que existen en las calles de sus ciudades. Tanto es así que cuando un emprendedor de los de antaño piensa en un negocio que lo saque de pobre, automáticamente, se le ocurre montar una cafetería, tasca o similar y así se terminan sus maravillosas ideas. Sin embargo, nada más lejos de la verdad. España es un país de peluquerías. Tanto es así que hay una por cada novecientos habitantes lo que supone, en cifras redondas, el doble de la media europea. Una de dos, o este país lo de los pelos preocupa en demasía o son muchos los que creen haber descubierto un filón mucho más explotable que el de los bares. Seguro que en breve un estudio nos saca de dudas.