Estos últimos días hemos podido comprobar cómo los asuntos estratégicos de la ciudad pueden conducirse de manera diferente. Lo que veníamos predicando sobre la importancia de establecer espacios para el diálogo y la concertación, que dejasen de lado posiciones partidistas, ha llegado. Una pena que se tardasen tres años largos en lograrlo, pero celebramos el cambio de escenario.
Era importante que la gente recuperase la confianza en la capacidad de la ciudad para salir de espirales irresolubles, eternos pim pam pum entre Marea y PP. Porque desde la política sí se puede construir en positivo. El Partido Socialista comprende la importancia de alcanzar acuerdos que permitan avanzar y lo vamos a demostrar. Toda ciudad necesita que quien la dirija tenga como prioritario el interés general, que no solo el de los suyos, y, para lograrlo, es necesario entenderse con otras instancias, que en sí mismas incorporan su carga de legitimidad. Negársela, por sistema, no ayuda a sacar adelante proyecto alguno.
Con el Gobierno de España las relaciones en clave ciudad para los proyectos transformadores que tenemos pendientes entra en un nuevo tiempo. No será sencillo resolver los entuertos, pero se pondrá todo el empeño en encauzarlos.
Y ante el nuevo escenario esperanzador que se abre en clave local-nacional, transmitido clara y meridianamente desde la Delegación del Gobierno, seguimos teniendo un serio problema en la ciudad con el escalón autonómico. Lamento decir que albergo pocas esperanzas en que esta Xunta llegue a entender la importancia que, para el desarrollo de Galicia, tiene fortalecer las principales ciudades atlánticas y sus áreas de influencia, motor de una actividad económica que irradia a todo el territorio.
Ahora bien, una cosa es poner todo de nuestra parte para que proyectos como la transformación de la fachada marítima o la ampliación de Lavedra avancen y otra, diferente, que aparquemos nuestra obligación de oposición. Estamos viendo demasiadas situaciones indeseables en la ciudad, especialmente en el plano de la gestión y de la ética prometida. La ciudad no está funcionando. Si lo estratégico parece perdido, también hay problemas serios en lo básico. Con la limpieza de las calles, con el cuidado de los jardines, con una sociedad civil desarbolada, con miles de contratos menores otorgados directamente o con bandas de rock que duplican su caché, dilapidando decenas de miles de euros de impuestos.
Pero lo grave es la ausencia de proyecto, sentir como nos estamos quedando rezagados, perdiendo oportunidades. Basta mirar la evolución del paro o escuchar los lamentos del comercio. Pretenden instalar el sentir de que no es posible hacerlo de otra manera. Claro que es posible, pero para lograrlo la ciudad tiene que sacudirse los lastres actuales, rancios disfrazados de modernidad y eso solo puede lograrse con un cambio.
Los socialistas queremos liderar ese cambio, sabemos cómo equilibrar el necesario avance en bienestar social con el enorme potencial para el desarrollo económico al alcance de A Coruña, todo enmarcado en un proyecto innovador por transformador y sostenible. Tocan tiempos de cambio para recuperar la ilusión perdida.