Como una gran obertura del XIX y con papel parecido escuchamos “Memento” de Octavio Vázquez, obra que abrió el programa nº 11 y que Dima Slobodemiouk dirigió de forma proverbial. Apenas en un cuarto de hora de duración conocimos estéticamente a su autor, siendo que su lenguaje sirvió para verificar en directo el grado de compromiso cualitativo que Octavio tiene con la música seria.
Octavio es uno de los compositores jóvenes con mayor talento que hayamos escuchado. Su música discurre fluida, completa, bien tramada, y transmite esa sensación de principios y calidad que tienen las obras de los grandes maestros. Sin necesidades idiomáticas superfluas ni actitudes compositivas estrambóticas, tan innecesarias a la razón de los sonidos, su música se hace escuchar. Es música en estado puro, entendiendo por ello aquella en la que se supeditan otro tipo de intereses externos a los puramente musicales, contruyendo e hilvanado acordes y melodías en un estado de ventaja con respecto a otras maneras de componer.
Estando diametralmente en contra de la opinión de que la música sólo son sonidos sin capacidad de decodificación o relación semántica posible, bien por influencia cultural o porque la música es arte que inventa el hombre para expresarse, parece estar indicándonos a cada momento el camino de los sentimientos más profundos. Oímos en sus pentagramas escenas lúgubres, sentimientos de soledad y pinceladas de alegría, bien marcadas por cambios rítmicos y tímbricos en momentos puntuales. Repartió Octavio diferente juego a cada sección, con amplio sentido melódico en la cuerda y buenas dosis de pinceladas tímbricas en vientos.
En palabras de María Luisa Anido: “Componer es una maravillosa tarea debido a la sinceridad que lleva dentro, por el acto mismo de la creación, porque revela las mayores profundidades del alma humana”
“Wesendonck Lieder” de Wagner y la “Sinfonía nº 7” de Prokófiev completaron programa. Estamos seguros del gran poder de convicción que, a día de hoy, ejerce Dima sobre la OSG, y como la dirección orquestal también tiene parte de creencia y de fe en la figura del director, auguramos grandes conciertos con Slobodeniouk.