El ministro de Justicia ha presentado un Anteproyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial que contempla que sean tres los magistrados que instruyan los asuntos que entren en la Audiencia Nacional y los casos que por su extraordinario volumen, duración o complejidad se investiguen en otros órganos penales, según apreciación del politizado Consejo del Poder Judicial. Ello, según dice, para agilizar la justicia y reducir los tiempos de resolución de los asuntos. Opinan algunos que, además, supondrá acabar con los “jueces estrella” que llevan los asuntos más polémicos, como el caso Gürtel o los ERE de Andalucía. Otros, entre los que me incluyo, que con el cambio lo que habrá no será uno sino tres jueces estrella por juzgado, cada uno con su vanidad, ralentizando más la conclusión de la investigación.
Todo ello en la difícil hipótesis de su materialización. Por qué, qué pasará entonces con el defensor de la legalidad, con el fiscal. Cuál será su posición si, como se prevé en la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, será el órgano encargado de la investigación del delito, pasando el juez de instrucción a ser un juez de garantías, garante del cumplimiento del derecho fundamental a un juicio justo. ¿Se renunciará a la proyectada figura del fiscal instructor, o nos encontraremos con tres jueces de garantías teniendo que ponerse de acuerdo a la hora de dictar resoluciones sobre admisión o denegación de pruebas, intervenciones telefónicas, entradas y registros domiciliarios, libertad provisional, etc., en mediáticos juicios como los arriba mencionados, instruidos por el Fiscal?
Y cómo y cuándo se va a llevar a cabo tal incremento en un país que ocupa uno de los “vagones de cola” en calidad de justicia por mor de una recalcitrante falta de medios materiales y humanos sin viso de solución, dado el bajo presupuesto destinado a justicia. Con un preocupante, por ínfimo, número de jueces por habitante, cuasi congeladas las oposiciones de acceso a la judicatura, suprimido el turno de ingreso de los juristas de reconocido prestigio, y, prácticamente, eliminados los jueces sustitutos... En realidad, todo parece apuntar a una mera acción propagandística, de cosmética o entretenimiento público, o, simplemente, a “palos de ciego”.