El chocho

Tranquilícense, a pesar del título de este artículo, no piensen que la causa de su elección ha sido haber leído “Las cincuenta sombras de Grey”. Ni mucho menos; me refiero a la acepción gallega de la palabra “chocho-a”. Según el diccionario de la RAG, se define como aquel “Que ten debilitadas as facultades mentais a causa da moita idade”. Así por ejemplo caben expresiones como “un vello chocho” o “vai chocha”. Una segunda acepción significa “que demostra moito cariño, mesmo excesivo por algo ou por alguén.” Así se dice “está chocha polo seu canciño”. Prefijada lingüísticamente la cuestión, cabe preguntarse si ambas definiciones pueden ser aplicables al señor Beiras Torrado.
El espectáculo bochornoso del cual fue protagonista en el Parlamento la semana pasada, interrumpiendo al presidente de la Xunta, acometiéndole dentro de la Cámara y finalmente golpeando el escaño que este ocupaba, solo puede ser entendido y explicado desde el punto de vista de la psiquiatría forense. No se trata de un problema político en sí mismo, sino que por el contrario se autodefine como un problema psiquiátrico con consecuencias políticas. De ahí la primera acepción de “chocho”.
Pero con todo, me ha parecido mucho más grave el contenido de la entrevista publicada en un periódico gallego el domingo pasado. Leí auténtica apología de la violencia. Ni un nazi de libro lo hubiera expresado mejor.
Justificaba los actos de coacción y violencia en los domicilios de cargos públicos del PP en base a una pretendida superioridad moral de la izquierda. Una clara demostración del principio maquiavélico de que “el fin justifica los medios”. Preguntado por el periodista qué le parecería que otros acudiesen a su propio domicilio, contestó diciendo que no era lo mismo, pues en este último caso sería una actuación de “fachas”. Y aquí entra la segunda acepción de “chocho”.
El señor Beiras y los que le ríen las gracias, demuestran mucho cariño, incluso excesivo, a una ideología sectaria y violenta que ha causado sufrimiento y pérdidas de libertades individuales en los países de Europa del Este, China, Corea del Norte, Camboya, Cuba, etc. Allí ya han probado la medicina de “dignidade”, que en pleno siglo XXI pretende recetarnos este sujeto a la sociedad gallega actual.

El chocho

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