El pasado mes de agosto, cuando no enteramos a través de una escueta y muy medida nota de prensa, de la marcha del rey Emérito fuera de España, muchos consideramos que la decisión no había sido acertada y muchos nos mantenemos en ese criterio aún corriendo el riesgo de que haya argumentos sólidos para sostener que lo acertado fue hacer lo que se hizo.
Don Juan Carlos no se quería ir y ahora, cosa humanamente bien comprensible, quiere volver. Para facilitar ese eventual regreso, el Rey Emérito ha regularizado una importante cantidad de dinero que, al parecer, también fue utilizado por los hijos de la infanta Elena. Nadie está en condiciones de afirmar y demostrar que es el único que ha regularizado su situación antes del requerimiento de Hacienda.
¿Dónde está escrito que otras personas de cierto relumbrón social y económico no han hecho lo mismo sin que nos enteremos?. Juan Carlos Monedero, por cantidad más modesta, hizo lo mismo y no hubo debate alguno. Al contrario, Iglesias dijo que había sido un gesto de honestidad. Se me pede decir que Monedero no es el Rey Emérito. Tienen razón.
No seré yo quien no condene y lamente el comportamiento de quien nos trajo la democracia a España y que durante años y años fue el mejor y más eficaz embajador de España. Es lamentable todo lo que vamos sabiendo, pero como ocurre siempre, hay que esperar a que acaben las comisiones rogatorias y las investigaciones en marcha. Toda prudencia es poca, máxime cuando el señalado no puede defenderse porque no puede hablar.
Entre otras polémicas en torno al Emérito, ahora surge el de su posible vuelta a España. Puede hacerlo. Nada, desde el punto de vista judicial, le impide hacerlo y este debate no se hubiera producido si no se hubiera ido y afrontar la situación desde España aún cuando esa situación hubiera hecho pasar malos tragos al rey Felipe VI.
El hecho de que esté a miles de kilómetros apenas sí ha protegido al actual Jefe del Estado. Las críticas, exigencias y afanes republicanos lejos de amortiguarse se han hecho fuertes y creo que Felipe VI es un hombre y un Rey que sufre. Es difícil imaginar que más hubiera podido hacer para distanciarse no ya del Emérito, sino de su padre que es esta una categoría bien distinta y en esta ocasión, especialmente dolorosa.
Ignoro cómo acabará esta historia pero si alguna certeza tengo es que no lo sabemos todo. No sabemos cómo, de verdad, se gestó su marcha de España y, lo más relevante, no sabemos la versión de los hechos del afectado. No estaría de más que el D. Juan Carlos, que en su momento pidió perdón , en España o fuera de España diera una explicación a los españoles. Para quienes nos duele , condenamos y lamentamos determinados comportamientos y creemos que la Corona es, en si misma, un elemento de estabilidad y unidad, lo agradeceríamos. Lo que ignoro _también esto lo ignoro_ es si puede y quiere.