El Profesor Cobo es una de las referencias internacionales en lo que a peces migradores y a calidad de agua se refiere, entre otras disciplinas académicas y de investigación. Uno de los científicos, además, con más experiencia en hidrobiología. Y no solo es catedrático de Zoología, Genética y Antropología Física (USC), también es pescador. Para el colectivo, la voz de la ciencia antes de comenzar la temporada.
Profesor, no es la primera vez que se pronuncia sobre el efecto de un invierno generoso en datos pluviométricos...
Es que de la pluviometría depende el régimen de caudales y los caudales son los responsables de la morfología de los cauces y de la composición y estructura de las comunidades biológicas, pues los ciclos vitales están sincronizados con sus variaciones. Durante el invierno, los caudales elevados cumplen una función básica en el funcionamiento ecológico global del río; entre muchas otras cosas se encargan de la dilución de sustancias contaminantes y de la reordenación y dispersión de las especies y de los materiales, sobre todo con los primeros aumentos del caudal. Los incrementos de flujo producen el arrastre de los sedimentos finos y dejan al descubierto un grueso sustrato con un alto grado de diversidad de hábitat para ser nuevamente colonizado. Además, la eliminación del material orgánico finamente particulado de los espacios entre los granos de arena permite una mayor oxigenación del sedimento, lo que es aprovechado por los peces como las lampreas o los salmónidos para realizar la freza en las mejores condiciones de incubación.
El efecto que se consigue sobre la calidad de las aguas continentales, ¿perdura o es efímero?
Es un ciclo. En ausencia de perturbaciones, en el período de aguas bajas o de sequía se producen otras transformaciones, igualmente necesarias, que terminan con la llegada de las crecidas y así sucesivamente. No obstante, como lamentablemente sucede a menudo, la acción humana puede dificultar el funcionamiento adecuado de estos procesos de autodepuración del río e impedir que se establezcan las condiciones necesarias para el correcto desarrollo de los ciclos vitales de las especies.
¿En qué condiciones tuvo lugar la freza?
Los caudales circulantes fueron abundantes, lo que no sabemos, porque existe una enorme variedad de casos diferentes en los ríos gallegos, es en qué medida fueron suficientes para que se produjera una adecuada dilución de las sustancias contaminantes que habitualmente llegan a los ríos, que se generasen zonas de grava libres de sedimentos finos en una extensión suficiente para dar cabida a todos los reproductores y que éstos pudieran alcanzar las zonas de reproducción salvando los numerosos obstáculos artificiales que causan un fuerte efecto barrera. De estas condiciones y de una temperatura y oxigenación adecuadas depende el éxito de la freza.
El estado de los ríos gallegos se aleja de la condición que le correspondería
Usted ya estudió el Umia y el Eo en profundidad y ha muestreado prácticamente todos los ríos gallegos. ¿Cuál es el grado de salud de nuestras aguas continentales?
Si consideramos para ese diagnóstico el grado de desviación observado con respeto a las mejores condiciones biológicas según el estado original, libre de presiones ambientales, el estado de los ríos gallegos, en general, se aleja significativamente de la condición que le correspondería. Por ejemplo, tenemos una cuenca como la del Miño-Sil, que ocupa la mayor parte del territorio, que fue ecológicamente devastada por la construcción de embalses, la agricultura y pesca intensivas y la invasión de especies exóticas. En general, el estado de los ríos de Galicia responde a la dispersión de la población y a los usos del suelo, de manera que los principales problemas vienen derivados del exceso de la carga de contaminación orgánica, la alteración del hábitat y los efectos perturbadores de las presas o las modificaciones del régimen de caudales. Todos ellos se muestran como rasgos comunes y factores de desestabilización de presencia frecuente, especialmente en los cursos medios y bajos.
Los pescadores siempre hablan de truchas, reos y salmones, preferentemente, pero los ríos tienen otros peces que también requieren de más atenciones.
Otros peces y un par de miles de otras especies que tienen un valor incalculable, tanto intrínsecamente como por los servicios que prestan.
El salmón lleva décadas en declive pero ahora sorprende la caída de las poblaciones de trucha.
Sorprende a quién no ha querido oír las advertencias que, a partir de los datos científicos que se han venido recabando en las últimas dos décadas, avisaban claramente de la dramática pérdida de biodiversidad que se está produciendo en las aguas continentales. La biodiversidad de los ecosistemas de agua dulce está mucho más amenazada que la de los ecosistemas terrestres. En las últimas décadas se ha constatado, por ejemplo, que más del 20% de los peces de agua dulce del mundo se extinguieron o están seriamente amenazados de extinción. Los necios tienden a no creer las malas noticias y niegan la evidencia, hasta que ya es demasiado tarde.
Los caudales elevados cumplen una función básica durante el invierno
Es algo que nos supera, asistimos a ello perplejos, las especies invasoras de todo tipo, muchas veces ni sabe el ciudadano que ante sí tiene una plaga. Un problema. ¿Qué decir con respecto a ellas, tanto de fauna como de flora?
Es uno más de los problemas principales, que se está agravando de manera muy preocupante. En el proyecto europeo Life INVASAQUA hemos elaborado una base de los datos de más de 300 especies exóticas acuáticas de la Península Ibérica que presentan un comportamiento invasivo, tienen un gran impacto en los servicios de los ecosistemas y están amenazando seriamente la biodiversidad. l