Después de un año devastador, en el que han muerto en torno a 1,75 millones de personas en el mundo y millones han perdido su empleo, muchos se preguntan si hay en verdad motivos para la esperanza en este 2021 en que hemos entrado. Casi todas las miradas se han dirigido hacia las vacunas que han comenzado a distribuirse a gran escala, así como a los avances científicos logrados a lo largo de meses pasados en su diseño y fabricación.
Como ha puesto de relieve el empresario y filántropo Bill Gates, nunca los seres humanos habíamos hecho tantos progresos en la lucha contra una enfermedad como contra esta del covid-19. En circunstancias normales una vacuna se tarda en crear unos diez años y ahora se han conseguido varias en menos de uno.
Mientras tanto; mientras se generaliza su distribución y aplicación, habrá que seguir recurriendo -nos recomiendan- a las precauciones a que estamos enseñados para ralentizar la propagación del virus y lo que con sus sorpresas éste requiera. Hemos experimentado la interdependencia hasta unos niveles que ni soñábamos. Incertidumbre y resilencia han sido las palabras del año que se fue.
Quedan, no obstante, tiempos de inquietud. No es que vaya a ser un año triunfal, pero sí caben justificadas esperanzas de que merced a las vacunas y ya entrado el año, para la primavera avanzada, se vaya reduciendo el número de muertos, al menos en los países desarrollados, y de que la vida se vaya pareciendo a la normalidad.
¿Pero qué normalidad? ¿La que conocíamos en 2019 y comienzos de 2020? ¿Será posible olvidar o no sacar alguna lección de lo que hemos aprendido con la pandemia? Después de lo vivido y padecido cuesta creer que así no sea. En realidad, en todas las habidas desde la más remota Antigüedad, la sociedad ha sabido abrir nuevos caminos.
La economía ha sufrido también un enorme parón. Hasta el gigante chino hubo de recurrir al freno de mano, si bien está siendo la primera en reactivarse. De hecho, aquel territorio del lejano oriente habrá sido uno de los pocos países del mundo que habrá terminadlo el año con un PIB positivo.
En el ámbito internacional, lo que dé de sí la salida de Donald Trump y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca será otra de las claves del año que empieza. Un poco lo mismo que el reforzamiento que ha conocido la Unión Europea. Ha sido para ella un año intenso, que ha culminado con resultados alentadores, como el acuerdo con el Reino Unido del bréxit.
Según el CIDOB, think-tank dedicado a la investigación de las relaciones internacionales, 2021 va a ser el año de las decisiones. A juicio de su coordinador, Eduard Soler, vamos a tener que sentar las bases de modelos futuros. “Hemos llegado -añade- a unas bifurcaciones y hay que elegir el camino a tomar.