La necesidad consiste en una sensación desagradable unida al deseo de satisfacerla. En ese sentido, Quatrefages afirmó que, “cuando el hombre tuvo lo necesario, entonces empezó a pensar en lo superfluo”.
Dicho lo anterior, es innegable que todo lo que se necesita se desea pero no todo lo que se desea se necesita.
Precisamente, el fenómeno del consumismo depende, cada vez más, del deseo que de la necesidad.
Según el diccionario de la Real Academia Española, el consumismo es “la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios”.
En la sociedad de consumo es más rico el que menos necesita y más pobre el que más necesita.
Es cierto que la sociedad moderna se expresa a través del consumo y que no necesitamos todo lo que compramos o adquirimos, ni todo lo que deseamos.
Esa vorágine del consumo conduce a sostener o pensar que el que no consume no disfruta de la vida al completo, porque hoy vivir es consumir.
Confundir deseo con necesidad es ignorar que la razón que lleva al ser humano a querer consumir como respirar, viene determinada por su naturaleza biológica.
Por eso, se dice que la felicidad consiste no en tener, sino en no desear o, como decía Sócrates, “el más rico es el que se contenta con poco”.
También conviene precisar que querer y desear no significan lo mismo, pues querer expresa una necesidad y desear supone una elección, es decir, una opción o preferencia respecto de lo que se quiere en general. Es la misma diferencia que hay entre ver y mirar o entre oír y escuchar. En todos estos casos y otros semejantes, la persona opta por una alternativa a la que presta atención que, como dijo Balmes, es “la aplicación de la mente a un objeto”.
Precisamente, el nivel de civilización y de desarrollo de una sociedad se mide por el nivel y el número de las necesidades que sienten o experimentan sus individuos. Lo anterior explica que, si la necesidad aviva el ingenio, se trate de fomentar las necesidades para el progreso humano y de la sociedad.
La sociedad de consumo ha operado una mutación en la mayoría de los seres humanos, dando lugar al “hombre necesitado”, es decir, al que acepta la condición humana como dependiente de bienes y servicios.
Abraham Maslow, al analizar la noción de las necesidades, define el deseo como “un impulso o urgencia por una cosa específica” y sostiene que “la necesidad varía en cuanto al grado de potencia del deseo”.
La necesidad no es solo la falta de algo, sino que es, además y sobre todo, el ansia de satisfacer las necesidades y las motivaciones ligadas a ellas; ese es el impulso o dinamismo que conduce a los individuos a desarrollar su personalidad en los diversos ámbitos de la vida, por lo que podemos concluir diciendo que, el avance de la humanidad consiste en que la satisfacción de las necesidades humanas se corresponda con su creación y desarrollo.