España tiene diecisiete de todo: comunidades, parlamentos o asambleas, gobiernos, mercados, sistemas sanitarios, modelos educativos… y ¡diecisiete exámenes de selectividad! (ABAU) diferentes, con un grado de dificultad y criterios de corrección que varían de unas comunidades a otras, lo que crea agravios entre los estudiantes.
Hace tiempo que el examen de acceso a la Universidad es cuestionado por profesores y alumnos que consideran que esa prueba, que determina el futuro académico y profesional de los estudiantes, es consecuencia de un bachillerato desigual y poco objetiva.
Aquellos que se examinan en las comunidades menos exigentes obtienen una mejor calificación que les da acceso carreras en universidades que tienen una nota de corte alto, mientras que los que se examinan en autonomías más rigurosas se quedan a las puertas de sus carreras preferidas, en muchos casos por unas décimas.
“No es justo que exámenes y criterios de corrección sean diferentes. Mientras que los gallegos nos enfrentamos a exámenes duros y corrección rigurosa, en otros lugares aplican criterios menos exigentes, suben las calificaciones y esos alumnos vienen a esta universidad con notas muy altas”. Así se expresaban dos estudiantes de Compostela que el año pasado no pudieron estudiar Medicina por unas décimas y lamentaban que sus plazas fueran ocupadas por colegas de otras comunidades que se enfrentaron a pruebas más sencillas y fueron calificados al alza.
La presidenta de la Comunidad de Madrid anunció en la Asamblea regional que pedirá al Ministerio que la actual selectividad sea una prueba única en toda España para evitar diferencias entre autonomías. “Muchos estudiantes madrileños se quedan sin plaza en su propia comunidad, por eso hay que equiparar la exigencia, que es desigual, y recuperar la selectividad única que reconozca por igual el estudio y el esfuerzo de los escolares.
No se trata de recentralizar, palabra maldita, sino de acabar con una situación de desigualdad muy consolidada en la que unos estudiantes logran mejores notas que otros, no por su rendimiento académico sino por la comunidad en la que realizan los exámenes.
El objetivo es recuperar la ABAU como prueba homogénea que preserve la equidad e igualdad de oportunidades entre los escolares, como ocurre en el examen MIR que nadie cuestiona. La homogeneización obligaría a unificar contenidos en los programas de bachillerato, incluyendo siempre las peculiaridades regionales.
Es una propuesta razonable. Pero presiento que pedir esa unificación de criterios es como escribir en el agua. La educación en España es una pata del Estado de bienestar, pero el sistema educativo siempre fue objetivo de intereses políticos.