El titular lo dice todo...cobraron más que en Vigo el pasado año y actuaron menos que en aquella ocasión. Se esperaba un concierto de “alto standing” musical dadas las credenciales musicales del grupo liderado por Chrissie Hyde y con esas intenciones de escucharlo y disfrutar de él alrededor de 30.000 personas acudieron a la arenal de la playa de Riazor para, en muchos casos, reavivar los recuerdos del sonido “new wave” con el que The Pretenders adornaron el rock de los años 80. Los treintañeros, cuarentones y cincuentones abundaban entre el público junto a jóvenes y familias, cuyos progenitores, gracias a la buena noche, querían enseñar a sus hijos cómo suena el rock con “pedigree” en directo.
La expectación se convirtió en entusiasmo al aparecer en escena Chrissie, la voz cantante, que a sus 67 años lucía pletórica con ajustado pantalón vaquero y camiseta negra. Entraron en faena con sus habituales y personales credenciales y salutaciones al público y halagos al panorama y la ciudad, aunque con algún “problema” en el micro solucionado de inmediato. El batería Martin Chambers empezó arreando candela con una contundencia rítmica que inyectó poderío al sonido secundado por Nick Wilkinson que empezó a desperezar al público, que de inmediato se metió en el concierto –sobre todo el congregado entre la torre de sonido y el escenario–, al tiempo que la guitarra de James Walbourne arañaba con sus solos improvisados bien colocados los espacios.
Mientras, el recién llegado Carwyn Ellis arropaba melódicamente el desarrollo de los temas y la voz “cansina”, “indolente” y de “falsa indiferencia” –marca de la casa– de Chrissie se acompañaba con secos guitarrazos rítmicos. La música pegadiza se fue extendiendo y llegaron, entre otros, “Message of love”, “I’ll stand by you” –que encendió luminarias en la playa– y “Brass in pocket”, tema con el que el grupo iniciara su carrera de éxitos.
Parecía ser el preámbulo de los bises que nunca llegaron y el público se quedó pasmado con un final inesperado que aguó lo que, por poder de convocatoria podía ser un Noroeste de “podium” para recordar.