Las oportunidades perdidas

Quien gobierna una ciudad debería marcarse como uno de sus principales objetivos mejorar los niveles de desarrollo de la economía urbana, para así elevar los estándares de calidad de vida y las expectativas de futuro de quien las habita.
Para lograrlo hacen falta recursos y estos son limitados. Entre las ciudades existe una dura competencia por captarlos. No solo las inversiones públicas y privadas o las ayudas de diferente rango son escasas, también el talento escoge donde residir y no abunda.
Al igual que en otras organizaciones complejas, en las ciudades mejorar los niveles de desarrollo pasa por incrementar la eficacia de sus procesos de trabajo internos, por optimizar la calidad y diferenciación de los bienes y servicios propios y por impulsar los que se generan en su territorio de manera autónoma. 
Pasa por saber sacar partido a las fortalezas y oportunidades socioeconómicas disponibles y por aprovechar las inercias positivas heredadas de etapas anteriores.
Todas las ciudades pretenden resaltar lo que entienden que las diferencia, pero de cómo se haga, de quien dirija el diseño de las estrategias y de cómo y con quien se establezcan las alianzas y redes de colaboración, dependerá la clave del éxito de un mayor desarrollo o del fracaso del estancamiento de la ciudad.
A Coruña lo tiene todo para impulsar desde lo público estrategias de desarrollo urbanas innovadoras que se enmarquen en un proyecto en clave ciudad que sea social, medioambiental y económicamente responsable y sostenible. Se puede decir que es una ciudad que hizo los deberes, capaz de ser referente de otras. Se dotó de una potente red de equipamientos sociales, centros cívicos y bibliotecas, tejió con el tercer sector una capa de atención social única, construyó una red de museos científicos cuando no se hablaba de ello en el mundo, consolidó un proyecto cultural de la envergadura de la Orquesta Sinfónica de Galicia, urbanizó el mayor paseo marítimo urbano de Europa, consiguió hacer Patrimonio de la Humanidad la Torre de Hércules, facilitó el encaje de una ciudad de la salud con el Chuac como estandarte de un equipamiento socio sanitario excepcional, posibilitó punta Langosteira y fue cabecera de una joven Universidad que complementa una oferta imbatible. Por citar solo algunos logros de gobiernos socialistas... Por si fuera poco nos tocó la lotería de Inditex. Hoy duele sentir como todo lo hecho parece antiguo y comprobar que no hay nada nuevo en el horizonte.
Con el potencial que tenemos el frenazo socioeconómico actual de A Coruña se explica por la ausencia de un proyecto en clave ciudad que defina y oriente la estrategia a seguir y alumbre el futuro. Hoy los principales indicadores de la “salud” urbana son malos, el peor el paro, frente a los de las ciudades con las que nos comparamos y competimos por captar esos recursos escasos, creadores de oportunidades que generan bienestar. 
Porque el bienestar de la gente depende, en gran medida, de las oportunidades que la ciudad genere y de cómo estas se materialicen en el ecosistema urbano. Y hoy, en A Coruña, las mejores oportunidades se están perdiendo, principalmente por la incapacidad de los actuales gobernantes de definir un proyecto que gestione el presente y defina el futuro.
 

Las oportunidades perdidas

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