Nunca he creído en los Mesías y en estos momentos de tanta confusión de ideas mucho menos. Siempre me han inspirado desconfianza los movimientos de masa que surgen como setas en un terreno húmedo.
Defender o atacar causas agitando sentimientos básicos y eslóganes simplistas tal vez haga efecto en la adolescencia cuando nos movemos más por la pasión que por la razón, pero el tiempo, la edad, la experiencia hacen surgir la prudencia, la reflexión y la crítica.
Por ello me sorprendió mucho que diversos medios de comunicación sucumbieran como quinceañeros al discurso y gestos de Greta. Fueron muchas las portadas y las aperturas de los principales informativos televisivos que parecían más preocupados por la bajada de Greta del tren a su llegada a Madrid (tardó mas de 15 minutos en bajar del vagón de tren, mientras su equipo preparaba la puesta en escena) o la entrada por una puerta trasera al lugar de la Cop25.
¿Cómo es posible que medios de prestigio sucumban a este fenómeno de masas casi histérico?
En caso de que sea cierto que el cambio climático y la sostenibilidad del planeta son los grandes desafíos que tiene la humanidad por delante, ¿es oportuno que nuestros referentes en esta materia sean una niña de 16 años y un actor de cine como Javier Bardem? Me pregunto qué pensarán los miles de científicos que trabajan desde hace ya más de un siglo en materias como energías limpias, contaminación o gestión del agua a lo largo y ancho del planeta.
Es muy probable que muchos de nuestros compatriotas –tanto españoles como chilenos (ellos eran los primeros anfitriones de la Cop 25)– no supiesen nada de la Cop25 hasta antes de ayer.
Que por lo tanto ha habido 24 sesiones anteriores en las que se ha hablado de lo mismo. Más aún, que las dos más importantes por los acuerdos alcanzados entre los gobiernos representados, fueron la de Kioto (1997) y la de París (2015)... Pero lo importante era Greta.
Hemos conocido minuto a minuto su travesía en barco, en tren y en coche eléctrico, o cómo subía sus comentarios a la red. Y todo eso ha relegado a un segundo plano lo fundamental de esta cumbre, su objetivo prioritario: “ultimar las directrices para que el Acuerdo de Paris sea operativo”.
En este punto es preciso recordar que los países más contaminadores del planeta sólo han enviado a Madrid a representantes de tercera fila, lo que deja en evidencia sus escasas intenciones de cumplir con lo pactado en París el 2015. Por no decir que Trump simplemente echó para atrás la firma del acuerdo firmado por su antecesor, nada más llegar a la Casa Blanca.
Sería maravilloso que una chiquilla de 16 años pudiese resolver con su gesta personal y apoyada por una buen equipo de marketing y comunicación el impasse medio ambiental en el que nos encontramos. La tarea no sería tan titánica como hoy parece.
Bienvenidas todas las Gretas del mundo, pero no nos dejemos llevar por lo que, muy probablemente, sea la flor de un día.