En todos lugares cuecen habas. No hace mucho supimos que la presidenta balear, Francina Armengol, es amiga de saltarse a la torera las recomendaciones sanitarias que su propio Gobierno impone. Sin embargo, es evidente que no es la única. La policía de Noruega está investigando a su propia primera ministra, Erna Solberg, que reconoció que incumplió la normativa sanitaria. Ella misma admitió que acudió a una reunión familiar a la que asistieron más personas de las permitidas. Por ahora no hay petición de dimisión, pero le puede costar muy caro en las elecciones que se celebran allí en seis meses.