Fernando Grande-Marlaska ha terminado por ponerse chulito. Es de suponer que no hay nada peor para un juez que que otro te enmiende la plana, y mucho menos si además eres ministro, así que, por el momento, no quiere ni oír hablar de Diego Pérez de los Cobos y de la sentencia que considera su destitución ilegal y que fuerza su restitución en el cargo del que fue cesado por cumplir la ley. Una persona normal estaría, cuando menos, abochornada y hubiera ya presentado su dimisión. Pero esto es España y Marlaska asegura que no tiene intención de dimitir. Habrá que esperar a que una sentencia lo inhabilite.